Pareciera que la economía, como señaló hace unos días José Manuel Restrepo, rector de la Universidad EIA y exministro, estuviera en un modo bipolar. Mientras que hay preocupaciones por el escenario fiscal y la incertidumbre persiste en los mercados, un dato sorprendió: el empleo.

Para julio de este año, se registró un desempleo de 8,8 por ciento en el país, en la serie original, 1,08 puntos porcentuales menos que en julio de 2024 y una cifra histórica: la más baja para este mes en los últimos 24 años, como lo resaltan el Grupo Cibest y el BBVA Research.

Sin embargo, no fue la única referencia histórica: según los cálculos del área de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, el mercado laboral local, en especial el urbano, vivió entre junio y julio su mejor momento en la historia. De acuerdo con las series ajustadas por efecto estacional, la tasa de desempleo urbana fue de 8,3 por ciento en julio, la más baja desde 2001. El resultado general se dio gracias a un incremento anual de 3,3 por ciento en la cantidad de personas ocupadas, que elevó la tasa de ocupación en 1,1 puntos porcentuales. Por su parte, la tasa global de participación aumentó 0,45 puntos porcentuales. “La reducción del desempleo fue posible gracias al aumento en la ocupación laboral, lo cual sugiere que el dinamismo del consumo podría continuar”, anticipa el informe de Cibest.

Por su parte, el BBVA Research advierte que en julio el empleo se mantuvo en niveles elevados. Comparando el empleo de julio de este año con el del año pasado, “se observa que el que más creció fue el asalariado, un empleo más de tipo formal, que se vio impulsado por los empleados de empresas privadas”.

El sector científico y de innovación también ha contribuido a la generación de empleo formal en Colombia.

Antonio Sanguino, ministro del Trabajo, destacó que se redujo la población desocupada en 230.000 personas, y que la tasa de ocupación alcanzó el 58,9 por ciento. “De los 766.000 empleos generados, 632.000 son formales (82,5 por ciento) y 134.000 son informales (17,5 por ciento)”, dijo el jefe de la cartera, a quien se le pidió la renuncia tras la elección de Carlos Camargo como magistrado de la Corte Constitucional.

Frente a julio de 2024, la tasa de informalidad disminuyó hasta 54,8 por ciento, desde 56 por ciento. Como resultado, dice Cibest, los datos evidencian un ritmo positivo de generación de empleo, aunque en algunos casos enfocado en los segmentos informales de actividades de servicios.

Por sectores, alojamiento y comidas, logística y actividades profesionales y científicas lideraron el aumento de la ocupación al generar 473.000 de los 766.000 nuevos ocupados frente a julio de 2024. En contraste, comunicaciones y administración pública, salud y educación fueron los únicos sectores con reducción en el nivel de ocupación.

Esta situación se da en un escenario inusual: por lo general, el ingreso creciente en los flujos de remesas desincentiva la incorporación al mercado laboral, pero en julio se dieron los dos fenómenos. Ese mes, las remesas superaron por primera vez en la historia los 1.100 millones de dólares, al situarse en 1.158 millones de dólares, unos 4,6 billones de pesos, según el Banco de Bogotá.

¿Qué explica esta dinámica laboral, precisamente en momentos en que se aprueba una reforma laboral criticada y que amenaza con el encarecimiento de los costos, cuando hay una reducción de la jornada semanal y el salario mínimo ha subido mucho más allá de la inflación? La razón puede encontrarse en el crecimiento de la economía y sus motores.

Antonio Sanguino, ministro del trabajo de Colombia. | Foto: GUILLERMO TORRES

En los últimos trimestres se ha registrado una aceleración del consumo, explicada por mayores ingresos reales –producto del incremento del salario mínimo y la llegada de las remesas–, la reducción de las tasas de interés del consumo y la mejora de la confianza de los consumidores. De hecho, cálculos de Corficolombiana muestran que, desde el tercer trimestre de 2024, el consumo de hogares crece a tasas superiores a las del PIB.

A su vez, el consumo de los hogares ha venido ganando relevancia en la economía: de pesar 68 por ciento antes de la pandemia, hoy representa 76 por ciento.

De hecho, de acuerdo con el más reciente informe del Índice Davivienda de Gestión de Compras (PMI®) del sector industrial colombiano, que mide los nuevos pedidos, la producción, el empleo, los plazos de entrega de proveedores y los inventarios de compras, subió desde los 51,9 puntos de julio hasta los 55,3 en agosto y señaló la mejoría más pronunciada de las condiciones operativas desde junio de 2022. “Para dar respuesta al repunte de las ventas, los industriales adquirieron materias primas adicionales y contrataron más trabajadores”, señala.

“El consumo de los hogares se ha beneficiado por una menor inflación, menores tasas de interés, mayores remesas, y todo eso está haciendo que las empresas puedan salir a contratar más”, explica Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital.

Por su parte, Munir Jalil, economista jefe de la región andina de BTG Pactual, explica un hecho demográfico relacionado con que la población colombiana se está moviendo para alcanzar la porción económicamente activa más alta. “La tasa de desempleo se calcula como ese número de desempleados sobre la población económica. Si el denominador se hace más grande porque hay más gente activa en el mercado, obviamente, eso también tiene que ver”, dice.

Asegura que hay dos economías moviéndose. Una, la del consumo, la del comercio, “que está pujante y fuerte. Y al ser de servicios, está demandando más mano de obra”. Otra, el sector rural, que, a su juicio, está respondiendo a una bonanza liderada por el café. “¿Dónde se ha visto más beneficiada la creación de empleo en Colombia? Para mí, sin lugar a dudas, es en lo rural”, agrega Jalil.

La tasa de desempleo en Colombia alcanzó en julio de 2025 su nivel más bajo en más de dos décadas.

Este contexto está generando una reconfiguración en el mercado laboral. Según el Banco de Bogotá, mientras que en 2016 agricultura, construcción, comercio e industria explicaban el 54 por ciento de los empleos en Colombia, en 2025 llegan al 49 por ciento. Servicios pasó de una participación de 35 a 39 por ciento en el mismo periodo, mientras que el sector público lo hizo de 11 a 12 por ciento.

El otro escenario es el papel del Gobierno en materia de contratación. Para Velandia, el inmenso gasto público y la contratación estatal están jugando un rol muy importante. Según sus cálculos, en este Gobierno “el gasto en nómina se ha aumentado casi un punto del PIB”.

Como señala Stefano Farné, director del Observatorio Laboral de la Universidad Externado, uno de los datos más importantes en julio está relacionado con los trabajadores por cuenta propia, que sumaron 160.000. “Siguen aumentando y no tenemos cómo confrontar si corresponden a contratación del Estado”.

También asegura Farné que el salario mínimo ha aumentado en los últimos años de una manera distinta al pasado. Descontada la inflación, subió 3,6 por ciento en 2023, 5,5 por ciento en 2024 y estima que lo hará en otro 4,5 por ciento en 2025. Si bien se resalta la reducción en algunos costos, dice que las empresas han optado por disminuir sus márgenes para evitar que los mayores costos laborales se trasladen a los precios.

¿Qué ha pasado con la reforma laboral y su impacto? Para Jalil, esta reforma afectará a los sectores manufactureros, no tanto a los servicios. “Como siempre respondemos los economistas: depende. Y en este caso depende del sector”, añade.

Según Velandia, la reforma laboral apenas está entrando en vigencia, y los recientes datos no reflejan “nada o casi nada de la reforma y para eso hay que esperar”.

Por ahora, todo apunta a que, al cierre del año, el desempleo será de un dígito. ¿Será posible mantener esa senda?