La Inteligencia Artificial (IA) puede ser una aliada inesperada para recuperar la esencia del oficio docente. De eso está convencido Carlos Javier Amaya, director de iM-PROVE, una startup colombiana que desarrolla soluciones de evaluación y analítica del aprendizaje. “Nuestra apuesta nunca ha sido reemplazarlo, sino devolverle el tiempo para ser agente cambio”, dijo.

Desde su perspectiva, el debate sobre la tecnología en la escuela suele estar mal enfocado. “No todo se trata de convertir al maestro en ingeniero de prompts o generador de contenidos”. El punto, aclaró Amaya, no es que él aprenda a hablarle a una máquina, sino que esta le resuelva aquello que le roba tiempo. “Viene a devolverle a las aulas la oportunidad de ser un espacio de interacción social y humana”, aseguró.

Recordó que iM-PROVE nació en 2023 con un propósito muy claro: apoyar los procesos de mejora de la calidad educativa en colegios públicos y privados. “Pronto entendimos que el verdadero impacto no estaba solo en medir resultados, sino en acompañar a quienes enseñan. La IA permite automatizar tareas repetitivas y administrativas que consumen horas y transformarlas en oportunidades para conectar con los estudiantes”, señaló.

El motor de IA de iM-PROVE, explicó, fue entrenado por especialistas en pedagogía y analítica del aprendizaje para ofrecer apoyo real en el aula. “El ajuste del plan de estudios, la retroalimentación de las evaluaciones y la generación de rutas personalizadas son ahora una realidad más tangible a través de nuestra IA”, comentó. Esa colaboración, convierte tareas de días o semanas, en segundos. El tiempo liberado, se aprovecha para acompañar al maestro en su labor de innovación, de diálogo, de comprensión del estudiante y su trayectoria educativa.

Carlos Javier Amaya, director de iM-PROVE, una startup colombiana que desarrolla soluciones de evaluación y analítica del aprendizaje. | Foto: iM-PROVE- API.

Más de 527.000 estudiantes en Colombia se han beneficiado de esta experiencia. Todo arranca por la evaluación constante. “Con ella, se inicia un ciclo de análisis de datos y factores asociados para la toma y la puesta en marcha de decisiones educativas, cuya efectividad es medida constantemente y nos obliga a reinventarnos por y para el estudiante. La humanización educativa llega cuando le pedimos al maestro que complete la labor de la IA con espacios de juego, diálogo, motivación y desarrollo socioemocional. Cosas para las que ninguna IA está hecha. El apoyo humano del maestro se merece el tiempo que llenar planillas o guías de aprendizaje quita”, sentenció.

De acuerdo con el director de iM-PROVE, el reto no está solo en la adopción de herramientas, sino en la disposición ética y emocional de los equipos humanos.

“Implementar IA en la educación requiere formación, confianza y sensibilidad. No hay que mirar al maestro como un operario de sistemas, sino como un profesional que guía, inspira y transforma vidas”, explicó.

Para Amaya, el avance tecnológico no es el fin de la enseñanza tradicional. “Humanizar la labor docente es un proyecto social, no solo digital. Detrás de cada algoritmo está la intención de cuidar el tiempo de quienes educan y devolverle a la escuela su esencia más simple y poderosa, enseñar con humanidad”, finalizó.