El pasado miércoles 29 de octubre, Jesús Hernán Orjuela, más conocido como el padre Chucho, vivió momentos de auténtico terror al ser víctima de un asalto e intento de secuestro mientras se encontraba realizando diferentes actividades en Ecuador.
Según dio a conocer el reconocido cura, iba dentro de una camioneta en compañía de dos personas más, viajando por una carretera entre Guayaquil y Quevedo, en la zona de Balzar, y en esa ruta fue atacado a bala.
Este intento de robo, que se dio el 28 del mes pasado, dejó al padre Chucho con miedo, pues el tiempo que duró esta grave situación fue uno de los momentos más duros y complejos de su vida.
Padre Chucho dio detalles del robo e intento de secuestro que vivió
Al pasar los días, y luego de recuperarse un poco por lo sucedido, el cura decidió pronunciarse a través de sus redes sociales para contar detalles a sus seguidores del momento de horror que vivió.
“Me intentaron secuestrar... Quiero contarles lo que me pasó, fui invitado por comunidades, fui a cumplir una misión de ayudar a mi iglesia en Quevedo [...]. El pasado martes viajé en la tarde, salieron para Guayaquil, después de tres horas de recorrido 10:20 p. m. Me vino una moción del espíritu, pensar en la muerte es sabiduría [...]. No tenía en mi corazón lo que podía pasar. Le expliqué la maniobra que podría hacer con el carro, él me recibió la instrucción [...]. Un milagro del cielo [...]”, relató inicialmente Jesús Hernán en el video publicado.
El padre Chucho dio más detalles de lo que vivió: “Pasó una camioneta con cinco personas en el platón, tapadas, yo sentí la muerte. Sentí el infierno. Quiero borrar de mi mente y mi corazón. En cuestión de segundos frenaron y atravesaron la camioneta, se quitaron las capas y empezaron a disparar contra nosotros”, añadió.
Para Jesús Hernán, ese momento fue de total angustia y confesó que lo único que pudo hacer fue pensar en personas queridas, orar y actuar.
“En ese momento, solamente en cuestión de segundos, pensé en mi familia, en ustedes y le expliqué a Dios que no quería verme en esa muerte tan violenta, abrí la puerta para lanzarme, no teníamos escapatoria”, señaló.
Por último, mencionó que por fortuna encontraron una patrulla cerca, que los ayudó: “El conductor retrocedió, giró el carro y metió el acelerador a más de 140 km, sentíamos las balas y a 4 km encontramos una patrulla de la policía de Ecuador; inmediatamente reaccionaron, vino todo el refuerzo y regresamos a Guayaquil [...]. Aquí estoy. Creo en Dios y entiendo que me da una oportunidad para llevar su evangelio y pensar en todas las personas que están siendo secuestradas, asesinadas de una manera cruel, sin compasión”.