El acceso masivo a la Inteligencia Artificial (IA) ha puesto en entredicho el futuro de la educación como la conocemos, ¿qué sucederá con las universidades?
Jorge Iván Romero: Muchos predijeron que la IA reemplazaría al profesor, las aulas quedarían vacías y aprenderíamos desde casa. Pero el futuro no llegó con robots dando clases, sino con una transformación mucho más poderosa. La IA no elimina la universidad, la reinventa desde adentro. Ya no se trata solo de cambiar el pizarrón por una pantalla. Cambia cómo se enseña, cómo se aprende, y quizás lo más importante, quién aprende de quién.
¿Cuáles son las principales herramientas hoy disponibles para las universidades?
J.I.R.: ChatGPT con su función Estudia y Aprende; Gemini con NotebookLM, y clásicos como Khan Academy o Duolingo. Herramientas distintas, pero todas con algo en común: están acelerando una revolución educativa que ya no tiene reversa. Sam Altman, CEO de OpenAI, lo resumió en una frase que resuena en pasillos y salas de juntas académicas: “2025 será el año de los agentes inteligentes”. Y no es retórica. Según WIRED, el 60 % de las universidades del mundo ya usan o exploran soluciones de IA para mejorar la experiencia de aprendizaje. En su revelador informe Generative AI in Real-World Workplaces, Microsoft Research señaló que “la IA generativa ya está ayudando a los trabajadores a ser más productivos en sus labores diarias de manera significativa”. Este hallazgo subraya que las IA no sustituyen al talento humano, sino que funcionan como copilotos invisibles, y es precisamente este nuevo rol de asistente (y no de reemplazo) el que las universidades deben enseñar a comprender en profundidad.
¿Qué puede ganar el proceso de aprendizaje con estas herramientas?
J.I.R.: Uno de los mayores aportes de la IA es la personalización del aprendizaje. Gracias a tecnologías como RAG (Retrieval-Augmented Generation), hoy es posible adaptar los contenidos al ritmo, intereses y nivel de cada estudiante. No más clases únicas para mentes diversas. La IA puede identificar en qué te estás quedando atrás, reforzar esos puntos y hasta sugerir caminos para aprender mejor. Según McKinsey, esto puede aumentar el rendimiento académico hasta en un 50 %. Y eso ya se ve en el uso masivo de herramientas como Grammarly o Quillbot, que ayudan a escribir, revisar y expresar ideas con mayor claridad.
No se trata solo del proceso sino de la interacción con la tecnología…
J.I.R.: Sí, el otro gran cambio viene desde los sentidos. Realidad Virtual (VR) y Realidad Aumentada (AR) ya no son juguetes de feria, sino salones de clase inmersivos. ¿Quieres aprender anatomía? No te quedes solo con el libro: camina por dentro del cuerpo humano. ¿Tienes que entender cómo funciona una fábrica? Explórala paso a paso en 3D. Según la consultora PwC, esta forma de aprender puede mejorar la retención del conocimiento en un 75 %.
¿Esto implica replantear los currículos?
J.I.R.: Clayton Christensen lo anticipó con su teoría de la innovación disruptiva: la educación del futuro será flexible, modular, personalizada. Las universidades deben pasar de mallas rígidas a rutas de aprendizaje que permitan adaptarse a los cambios del mundo real. Pero esto no es solo un reto técnico. Es pedagógico, institucional y cultural. No basta con usar herramientas nuevas, hay que pensar la educación desde cero.
¿Cómo ha avanzado la Universidades Jorge Tadeo Lozano en este sentido?
J.I.R.: En Colombia, la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Utadeo) ya está moviéndose en esa dirección. Desde la Facultad de Ciencias Naturales e Ingeniería, se lidera Ingenio IA, una iniciativa que entrena agentes inteligentes con más de 800 documentos internos para apoyar procesos de orientación académica. Y junto al Centro de Excelencia Tadeísta y el programa de Ingeniería de Sistemas, se diseñó un tutor virtual con IA que acompaña en tiempo real materias complejas, detectando dudas, sugiriendo recursos y haciendo seguimiento al aprendizaje. ¿La clave? No se compró. Se creó en casa, con el trabajo de estudiantes y profesores del semillero de Sistemas Inteligentes y Optimización.
Más que usar IA, en Utadeo se aprende construyéndola.
¿Qué retos plantea la incursión de la IA en la universidad?
J.I.R.: Como toda revolución, también tiene sus sombras. La IA en educación plantea retos éticos enormes: ¿quién vigila los sesgos? ¿Qué pasa con los datos de los estudiantes? ¿Podemos confiar en decisiones tomadas por algoritmos? La formación universitaria del futuro no puede obviar estos dilemas. Enseñar a usar IA sin enseñar ética digital es como entregar un bisturí sin enseñar anatomía. Como señala MIT Technology Review: el objetivo no es solo crear tecnología, sino usarla para amplificar nuestra humanidad.
Entendiendo toda esta nueva realidad, ¿cómo será el futuro de las universidades?
J.I.R.: La universidad no desaparece. Evoluciona. Se convierte en un espacio más abierto, más personalizado, más humano (aunque esté mediado por máquinas). La gran pregunta ya no es si la IA reemplazará a los profesores. Es más profunda: ¿estamos listos para aprender de ella tanto como ella está aprendiendo de nosotros?
*Contenido elaborado con el apoyo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.