Cada vez es más claro que el crecimiento de Colombia está íntimamente ligado al empuje de las mujeres que han asumido el reto de hacer empresa, innovar y emplear a miles de personas.

Las líderes que integran esta sección han desarrollado sus empresas con visión de largo plazo, a partir del entendimiento de las dinámicas productivas. Algunas abren mercados donde antes no había competencia y otras digitalizan procesos tradicionales o diseñan cadenas de valor más eficientes. Todas, sin excepción, generan riqueza: para sí mismas, sus equipos, sus comunidades.

Estas mujeres no se limitan a ocupar espacios que antes les estaban vedados. Con una noción amplia de valor –que trasciende la eficiencia y la rentabilidad–, están construyendo sus propios ecosistemas. No les basta sobrevivir como empresarias: necesitan escalar, exportar, formalizar, contratar, multiplicar.

Los datos muestran que las empresas lideradas por mujeres tienden a ser más estables, incluyentes y sensibles al entorno. Pero el mérito no está solamente en esos resultados, cada vez más reconocidos. Está, sobre todo, en la capacidad de sostenerse y crecer en un entorno desafiante, en medio de altos niveles de informalidad, presión fiscal y desigualdad. Colombia necesita más mujeres liderando el crecimiento económico con inteligencia y propósito. Las que lo están haciendo no piden permiso ni protagonismo. Simplemente trabajan a diario para que el país avance. Y lo logran.