En el mundo empresarial actual, los retos que enfrentamos no son simples obstáculos, sino oportunidades para transformar la manera en que trabajamos. La productividad, la alta rotación y el ausentismo se convirtieron en indicadores que definen la sostenibilidad financiera, la innovación y la capacidad de crecer. Entender que invertir en las personas no es un gasto, sino la mejor estrategia de desarrollo es el paso clave para construir organizaciones inclusivas, sostenibles y con formación continua.

El panorama en Colombia es revelador. Mientras el Dane alerta sobre cómo el ausentismo laboral por temas de salud afecta la competitividad, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico nos ubica entre los países con menor productividad. A esto se suma una de las tasas de rotación más altas de América Latina, cercana al 41 por ciento anual, lo que significa que casi la mitad de los trabajadores cambia de empleo cada año. Este fenómeno genera sobrecostos que oscilan entre el 50 por ciento y el 200 por ciento del salario anual, una señal que debería ponernos en alerta.

La respuesta está en el bienestar, la inclusión y la formación. Una cultura sólida que priorice la salud y el cuidado de los colaboradores actúa como imán de talento. Gallup, empresa de consultoría estadounidense, lo confirma: las compañías que invierten en bienestar reducen en 81 por ciento el ausentismo, logran un 14 por ciento más de productividad y aumentan hasta un 23 por ciento la rentabilidad.

La inclusión también demuestra ser un factor diferencial. Según la Andi, el 60 por ciento de las empresas colombianas ya cuenta con una estrategia de equidad y diversidad, y McKinsey & Company, firma global de consultoría de gestión que asesora a empresas, gobiernos e instituciones, advierte que aquellas con mejor gestión en este frente tienen un 9 por ciento más de probabilidades de superar a sus competidores.

A su vez, la formación continua no solo fortalece capacidades, también fideliza. Un análisis de elempleo.com muestra que la capacitación puede elevar la productividad en más de un 20 por ciento y reducir la rotación en un 40 por ciento, mientras que una marca empleadora fuerte logra disminuir a la mitad el costo de contratación.

No menos importante es la sostenibilidad, entendida no solo como la reducción del impacto ambiental, sino como el propósito que conecta a las empresas con sus equipos. Hoy los trabajadores buscan valores compartidos, compromiso social y un sentido de pertenencia más allá del salario. En esa ecuación, bienestar, inclusión y formación se traducen en crecimiento rentable y sostenido, además de consolidar compañías que atraen y retienen talento.

Al final, no se trata únicamente de cifras, sino de personas; de crear un futuro en el que el trabajo sea un espacio de propósito y respeto, y no solo una fuente de ingresos. La productividad verdadera no se mide en carreras de velocidad, sino en la maratón colectiva que corremos con mente, corazón y alma. Apostar por una nueva visión empresarial es la única forma de construir ese futuro compartido.

Por Claudia Sterling, Vicepresidente de asuntos corporativos y comunicaciones Droguerías y Farmacias Cruz Verde