Hoy quiero hablarles de algo que me apasiona. Porque de ello depende el bienestar en nuestro futuro próximo, y el de quienes nos sucedan: la sostenibilidad, un concepto sobre el que se ha dicho mucho. Pero hoy seré concisa y al grano.

Para empezar, la sostenibilidad ha dejado de ser un añadido para convertirse en un pilar estratégico fundamental del panorama empresarial actual. El enfoque ESG, (Ambiental, Social y de Gobernanza; Environmental, Social and Governance por sus siglas en inglés) redefine la sostenibilidad corporativa, ya que no solo busca mitigar impactos, sino también generar un valor positivo y medible para la sociedad y el entorno, pues lo que no se mide no existe.

El enfoque ESG es el nuevo estándar de valor al integrar las necesidades ambientales, sociales y económicas en la estrategia central de las empresas, convirtiéndolas en agentes de cambio hacia un modelo económico más consciente, inclusivo y resiliente.

Las ventajas estratégicas son claras y diversas: mayor confianza y lealtad de clientes e inversores, reducción de riesgos financieros y operativos; acceso preferente a inversiones y mejora sustancial de la reputación. Hoy en día, es una condición para acceder al capital y sobrevivir en el mercado, ya que las partes interesadas exigen un compromiso real con el desarrollo sostenible, lo que genera valor real y duradero.

El pilar social de este enfoque ha ganado un protagonismo crucial al centrarse en generar valor real y medible para las personas y las comunidades. Esto se manifiesta en la gestión responsable de las personas, que incluye políticas de diversidad, equidad salarial y entornos de trabajo justos. Las organizaciones también integran los derechos humanos como un componente esencial en sus estrategias y extienden esta responsabilidad a su cadena de valor. El compromiso se traduce en proyectos de desarrollo comunitario que mejoran la calidad de vida y reducen las desigualdades.

Estos pilares los vivo a diario. Me enorgullece hacer parte de esta estrategia de sostenibilidad en la organización para la cual laboro (FEMSA) y, en menor escala, pero no con menos importancia, en la librería-café que lidero en Villa de Leyva, El Gato que lee y bebe.

En Colombia, las empresas han demostrado importantes logros en la implementación de estrategias ESG aplicadas en programas integrales para la reducción de residuos y emisiones, así como la promoción de la sostenibilidad social y el fortalecimiento comunitario. Las iniciativas incluyen el uso de tecnologías limpias, la eficiencia energética y programas sociales centrados en el desarrollo y el empleo. Se ha avanzado claramente en el gobierno corporativo y en la promoción de la inversión responsable, lo que mejora la competitividad y contribuye con el desarrollo sostenible del país. Los sectores financiero y alimentario, por ejemplo, lideran este cumplimiento.

Aun así, persisten retos clave. Las empresas deben adaptarse a unas normativas ambientales y sociales cada vez más exigentes e integrar completamente la sostenibilidad en toda su cadena de valor. Otro desafío significativo es reducir la huella de carbono y las emisiones sin que se vea afectada la productividad. También es crucial garantizar la inclusión y la equidad social en contextos complejos y lograr una coordinación efectiva entre las estrategias ambientales, sociales y de gobernanza para alcanzar un equilibrio óptimo.

La transparencia y la medición rigurosa del impacto son esenciales para que el discurso ESG se traduzca en resultados tangibles y no en greenwashing, womenwashing o socialwashing, prácticas engañosas que algunas empresas u organizaciones utilizan para proyectar una imagen de responsabilidad social, ambiental o de género, sin que exista un compromiso real o profundo detrás.

La adopción del enfoque ESG -individual y colectivamente- es, en última instancia, una apuesta estratégica indispensable que impulsa un cambio social positivo y un desarrollo empresarial sostenible en el país.

Claudia Sterling, vicepresidente de Asuntos Corporativos y Comunicaciones de Cruz Verde