Durante décadas, las mujeres hemos sentido ese límite invisible que impide avanzar, aunque tengamos la preparación, la experiencia y cumplamos con los méritos: aunque el techo de cristal no se ve, pesa. Usualmente no está en las conversaciones cotidianas, ni siquiera se menciona, pero sí condiciona. Es esa barrera silenciosa que a lo largo del tiempo ha frenado el crecimiento de muchas mujeres en todo el mundo y que, por fortuna, a empezado a trabajarse y, por ende, hoy empieza a resquebrajarse.

Romper ese techo para muchas de las mujeres que leen este articulo seguramente no ha sido sencillo. Ha requerido de grandes dosis de talento, coraje, preparación, comunicación y, sobre todo, persistencia. Pero las grietas ya son visibles, y por ellas se cuela una luz distinta: la del liderazgo femenino que está cambiando la historia, la economía y la forma de dirigir organizaciones en Colombia.

Está surgiendo un nuevo liderazgo: más humano, más diverso, más real que no busca reemplazar, sino complementar. No se trata de que las mujeres quieran competir, sino de incluir nuevas formas de entender el poder, sabiendo escuchar, cuidando, construyendo comunidad; donde se entiende que los resultados financieros son importantes, pero que el impacto humano lo es aún más. Y esa visión está cambiando las organizaciones. Según estudios de McKinsey (2024), las empresas con mayor participación femenina en cargos de liderazgo son 25 por ciento más rentables y 45 por ciento más innovadoras que aquellas con menor diversidad de género.

Por lo tanto, romper el techo ha sido solo el comienzo con esfuerzo, con talento, con resiliencia. Pero ahora seguimos teniendo el desafío de que cada organización en la que trabajamos o en la que somos dueñas, porque nos arriesgamos también a emprender, entiendan que la igualdad no es una meta de responsabilidad social, sino una ventaja competitiva. Este trabajo le permitirá saber a cada niña que no hay límites para sus sueños y que cada mujer recuerde que, aunque el camino ha sido largo, lo mejor está por venir.

En Colombia, cada vez más jóvenes se gradúan en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas): cuatro de cada diez estudiantes en estas áreas ya son mujeres, según el Ministerio de Ciencia (2024) y yo no podía sentirme más orgullosa de formar parte de ese grupo siendo Ingeniera de Sistemas, porque me ha permitido abrir espacios y tener voz en los puestos donde he participado. Este dato es una señal clara de que el futuro será más equitativo si seguimos abriendo espacios y rompiendo estereotipos para que más mujeres demuestren todo su potencial.

Romper el techo de cristal no es un logro individual; es una conquista colectiva. Cada mujer que asciende abre un camino para muchas más. Cada liderazgo femenino que brilla genera referentes que inspiran. Por eso, el verdadero desafío no es solo llegar, sino mantener la puerta abierta para quienes vienen detrás. Crear redes de mentoría, apoyar a otras mujeres, recomendar sus nombres, celebrar sus logros y visibilizar sus aportes es también una forma de romper barreras.

Porque los techos de cristal se rompen con hechos, pero se derriban definitivamente cuando todas las mujeres —sin excepción— pueden mirar hacia arriba y darse cuenta de que el límite es el cielo.

Lyda Wilches, vicepresidente Productos, Marketing Latam y Negocios en Saque y Pague Colombia, socia de la empresa Star Connect S.A.