El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está considerando opciones militares directas para derrocar al dictador venezolano Nicolás Maduro, según reveló este lunes The New York Times, citando a múltiples funcionarios de su administración.
El diario neoyorquino sostiene que, aunque Trump no ha tomado una decisión definitiva, sus principales asesores de seguridad nacional, entre ellos el secretario de Estado Marco Rubio y el jefe adjunto de gabinete Stephen Miller, están presionando para adoptar una de las estrategias más agresivas discutidas hasta ahora: una operación militar que tenga como objetivo “remover a Maduro del poder”.
De acuerdo con el reportaje, la Casa Blanca solicitó al Departamento de Justicia redactar una guía legal que establezca un fundamento jurídico para una acción militar más allá de la actual campaña de ataques contra embarcaciones en el mar Caribe y el océano Pacífico. Estos ataques que, según Washington, buscan frenar el narcotráfico, han dejado al menos 65 muertos y generado denuncias internacionales por supuestas ejecuciones extrajudiciales.
La nueva guía, en preparación, podría incluir una justificación legal para atacar a Maduro, sin aprobación del Congreso, basándose en que el líder chavista y sus principales colaboradores son figuras clave del Cartel de los Soles, una red que el Gobierno estadounidense califica de organización narcoterrorista.
Si se concretara, esta interpretación legal permitiría a la administración Trump eludir las prohibiciones de larga data contra el asesinato de jefes de Estado extranjeros, ampliando significativamente sus facultades de acción militar.
El Departamento de Justicia se negó a comentar sobre la filtración, pero The New York Times subraya que este sería otro intento del gobierno de extender sus poderes legales, similar a los que justificaron en el pasado asesinatos selectivos de presuntos narcotraficantes, antes perseguidos y capturados en alta mar.
A pesar de la presión interna, fuentes citadas por el periódico afirman que Trump se muestra dubitativo a aprobar operaciones que pongan en riesgo a las tropas estadounidenses o que puedan derivar en un “fracaso vergonzoso”. El mandatario, según el informe, ha pedido conocer qué podría obtener Estados Unidos a cambio, con especial interés en asegurar beneficios sobre los recursos petroleros venezolanos en caso de un cambio de régimen.
Los funcionarios consultados por The New York Times describen tres escenarios principales sobre la mesa:
- Ataques aéreos selectivos contra instalaciones militares vinculadas al régimen.
- Operaciones de comandos especiales, como Delta Force o SEAL Team 6, “para intentar capturar o matar al Sr. Maduro”.
- Una intervención más amplia destinada a tomar el control de aeródromos y campos petroleros estratégicos.
Todas las opciones implican riesgos considerables, tanto para las tropas estadounidenses como para la estabilidad regional. Los críticos internos temen que cualquier ataque podría unir a las Fuerzas Armadas venezolanas en torno al régimen y desencadenar una crisis humanitaria aún más grave.
“El presidente Trump ha sido claro en su mensaje a Maduro: deje de enviar drogas y criminales a nuestro país”, afirmó Anna Kelly, portavoz de la Casa Blanca, citada por The New York Times. “El presidente continuará atacando a los narcoterroristas; cualquier otra cosa son especulaciones”.
El diario señala que Trump se ha mostrado contradictorio en sus declaraciones públicas. En una entrevista con CBS News, dijo no creer que EE. UU. se dirija a la guerra con Venezuela, pero añadió que “los días de Maduro como presidente están contados”.
Según The New York Times, el mandatario no siente prisa por decidir y podría esperar hasta la llegada del gigantesco portaviones Gerald R. Ford para tomar una determinación. No obstante, la escala del despliegue militar y las acciones encubiertas ya autorizadas por la CIA sugieren que Washington mantiene abierta la puerta a un cambio de régimen en Caracas.
El periódico concluye que, si Trump opta por una acción militar, enfrentará riesgos legales, políticos y estratégicos sin precedentes en su administración. Una intervención que, advierten sus asesores más cautelosos, podría definir su legado en política exterior y poner a prueba su promesa de evitar nuevas guerras interminables.