Además de su riqueza Cultural, este país tiene reconocimiento a nivel mundial gracias a su famoso canal interoceánico, que es considerado unas de las mayores obras de ingeniería en la historia de la humanidad.
Pero este país resalta por razones que van mucho más allá de su infraestructura; sus costas y archipiélagos, especies de flora y fauna únicas en el mundo y 365 islas por cada día del año.
El lugar de las 365 Islas
El único lugar de América Latina donde se puede ver el amanecer en el océano Pacífico y el atardecer en el Atlántico es Panamá. Este extraño fenómeno se da gracias a la forma arqueada del istmo panameño, que orienta sus costas de manera contraria a los demás países del hemisferio.
Su ubicación y la construcción del canal, que se alza como una obra de la arquitectura que agiliza el comercio y conecta diferentes culturas, ha permitido su consolidación en el comercio mundial.
El término “Panamá 365 islas” se utiliza para describir el archipiélago de San Blas, oficialmente conocido como Guna Yala. Este conjunto, compuesto por aproximadamente 365 islas (una por cada día del año), está situado en el mar Caribe, frente a la costa norte de Panamá.
El archipiélago es valorado como un tesoro natural y cultural invaluable porque es el hogar de la comarca indígena Guna, una comunidad que ha logrado conservar su idioma, sus leyes y sus tradiciones ancestrales.
Este destino es uno de los más auténticos y ecológicos del Caribe, ya que no existe la presencia de grandes hoteles o cadenas, solo modestas cabañas administradas por residentes de la zona para brindar una experiencia más cercana a la naturaleza.
Archipiélago de Guna Yala
Las Islas de San Blas son famosas por sus playas de arena blanca, aguas turquesas y arrecifes de coral ideales para nadar y bucear.
El archipiélago de Guna Yala (San Blas) está privilegiadamente ubicado en el mar Caribe, justo al norte de Panamá.
Este destino destaca no solo por sus paisajes paradisíacos, definidos por playas de arena blanca, cocoteros y aguas cristalinas, sino también por ser un ejemplo de sostenibilidad. Su rica biodiversidad incluye vibrantes arrecifes de coral y una gran variedad de vida marina.
La cultura Guna es el corazón de este lugar, pues constituye un territorio autónomo indígena que conserva celosamente sus tradiciones y leyes propias. Para mantener su bajo impacto ambiental, el acceso al archipiélago es restringido y solo se puede realizar en lancha desde puertos específicos, como Cartí.