Desde hace décadas, las enfermedades cardíacas se afianzan como la principal causa de mortalidad en Estados Unidos, consumiendo casi un millón de vidas al año. Las cifras más recientes del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indican que en 2023 murieron 919.032 personas por afecciones cardiovasculares, lo que equivale a uno de cada tres fallecimientos en el país.

Especialistas coinciden en que no se trata solo de tratamientos médicos post-evento, sino de adoptar estrategias preventivas integrales. La hipertensión, el colesterol elevado, la diabetes, el tabaquismo y el exceso de peso son los principales factores de riesgo que favorecen el desarrollo de infartos, enfermedades coronarias y otras patologías del corazón.

Recientes investigaciones de la American Heart Association señalan además que la prevalencia de enfermedad cardiovascular ha aumentado entre adultos jóvenes, especialmente en comunidades marginadas que enfrentan barreras de acceso a servicios de salud. Esto agrava la urgencia de impulsar intervenciones tempranas.

Cuerpo humano holográfico azul y corazón rojo en primer plano. | Foto: Yuichiro Chino

Para prevenir estas muertes evitables, los expertos recomiendan múltiples medidas: adoptar una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y baja en sodio y grasas saturadas; realizar ejercicio físico regular (al menos 150 minutos semanales de actividad moderada); evitar el sedentarismo; bajar el hábito de fumar; controlar el consumo de alcohol; y mantener un peso saludable.

Además de los cambios en estilo de vida, la detección y manejo temprano de condiciones médicas son clave. Revisar la presión arterial periódicamente, medir niveles de colesterol, vigilar la glucemia en quienes tienen diabetes, y usar los medicamentos prescritos bajo supervisión profesional.

Los expertos también advierten que los factores sociales y estructurales no pueden pasarse por alto. La falta de acceso a atención sanitaria de calidad, la información limitada sobre riesgos, los entornos con pocos espacios para actividad física y la comida saludable escasa o costosa contribuyen a la desigualdad en salud.

Ilustración 3D | Foto: Getty Images

Instituciones gubernamentales y grupos de salud pública como el programa Healthy People 2030 ya tienen objetivos claramente establecidos para reducir muertes por enfermedades del corazón y accidente cerebrovascular, identificar riesgos, mejorar acceso y concienciar a la población.

La educación es un pilar indispensable. Pues conocer los signos de emergencias cardíacas (dolor torácico, falta de aire, sudor frío, mareo) y actuar rápido puede marcar la diferencia.

Capacitar a comunidades, ofrecer programas de prevención, mejorar políticas nutricionales y regular publicidad de alimentos ultraprocesados son acciones sugeridas por cardiólogos.

Aunque las enfermedades cardíacas sigan siendo la amenaza principal para la salud pública en Estados Unidos, los especialistas insisten en que gran parte de ese impacto puede evitarse. Con decisiones informadas, medidas preventivas tempranas y sistemas de salud más justos, se podrían reducir cientos de miles de muertes cada año.

La clave está en la responsabilidad individual, pero también en políticas robustas y acciones comunitarias que promuevan estilos de vida y entornos protectores.