La Navidad, tradicionalmente el refugio emocional de millones y el motor económico del comercio estadounidense, enfrenta un desafío inesperado.

Se trata de un boicot nacional que busca golpear donde más duele, en las ventas de diciembre.

Organizaciones sociales y miles de consumidores han decidido cerrar sus billeteras para exigir que los gigantes del retail asuman responsabilidades, restituyan programas de diversidad y revisen su creciente influencia sobre las políticas del país.

¿Por qué boicotear a los grandes gigantes del comercio?

De acuerdo a lo que se informa en un artículo publicado por The News, el llamado a boicotear a gigantes como Amazon, Walmart, Target y Home Depot no surge en el vacío, es el resultado del punto más reciente de una presión social que se ha intensificado desde el inicio de la segunda administración Trump.

Varias organizaciones comenzaron a denunciar un retroceso acelerado en políticas de diversidad, equidad e inclusión dentro de grandes corporaciones, por lo que grupos como la Unión Popular de Estados Unidos, han convertido ese descontento en una campaña sostenida.

Con esto, se pretende usar la economía como instrumento de protesta, apelando directamente al poder de compra de los ciudadanos en el momento de mayor actividad comercial del año.

A lo largo de este año, la presión ha escalado. Coaliciones más amplias, entre ellas Black Voters Matter, Indivisible y Working Families Party, se sumaron a movimientos como We Ain’t Buying It, que promovieron apagones de consumo durante fechas clave como el fin de semana de Acción de Gracias, Black Friday y Cyber Monday.

La temporada de compras se vuelve escenario de protesta mientras activistas llaman a no consumir en las principales cadenas del país | Foto: Jordi Salas

Las razones detrás de las protestas

La exigencia común es contundente: responsabilizar a compañías que, según los activistas, han reducido o eliminado sus programas DEI, mantenido prácticas laborales cuestionadas y acumulado influencia desmedida sobre políticas económicas nacionales.

La estrategia es cerrar la billetera durante diciembre para enviar un mensaje político y social, convirtiendo la Navidad, símbolo emocional y motor económico, en el escenario central de una protesta que busca responsabilizar a los gigantes del retail.

Las críticas también han apuntado a acciones externas. En el caso de Home Depot, algunas organizaciones denunciaron vínculos indirectos con operativos de inmigración de ICE, un elemento que avivó aún más el malestar social en un año marcado por tensiones migratorias.

Aunque algunos apagones económicos provocaron descensos visibles en el tráfico físico y digital de cadenas como Target, analistas advierten que aún no hay datos concluyentes de un impacto financiero sostenido que obligue a una reforma estructural dentro de estas empresas.

El escenario es inédito. Diciembre, históricamente el mes que define el año fiscal del comercio minorista en Estados Unidos, se enfrenta a un desafío que no proviene de la inflación ni de las tasas de interés, sino de un consumidor.

Para millones, la pregunta ya no es qué comprar, sino si comprar es compatible con sus principios. Y en ese dilema podría radicar el verdadero impacto de un boicot que busca demostrar que, en plena temporada navideña, la protesta más poderosa quizás no esté en las calles, sino en la billetera cerrada.