Para la jueza sexta de control de garantías, Ricardo Rafael González Castro actuó con conocimiento de sobra de que su conducta al golpear en diferentes oportunidades a Jaime Esteban Moreno tendía consecuencias mortales.
En una audiencia, que se extendió por ocho horas y media, la jueza ordenó enviar a la cárcel al joven de 22 años al considerar que representa un grave peligro para la comunidad y puede afectar a la administración de justicia mediante la fuga.
Para la jueza, González Castro —quien se encontraba en la discoteca Before Club— se sumó, de manera totalmente injustificada, a la golpiza que inició Juan Carlos Suárez en contra del joven en plena vía pública en la localidad de Barrios Unidos.
Los videos de las cámaras de seguridad y los testigos pusieron de presente que Moreno estaba en total estado de indefensión cuando era golpeado una y otra vez por los dos jóvenes que estaban siendo alentados por dos mujeres.
“Esto coincide con el dictamen de Medicina Legal del forense, la cantidad de lesiones que recibió. Entonces vuelvo a esa crueldad y a esa agresividad extremada. Si aquí se puede medir, aquí no se actuó con una crueldad ni mínima ni media, porque puede existir una crueldad de palabra o física, como en este caso física, una crueldad o una agresividad”, precisó la jueza al evaluar el documento clave presentado por la Fiscalía.
“Porque no es lo mismo, por ejemplo, una palma o un puño. Que decían aquí no se trató de una pelea callejera entre borrachos en una de las argumentaciones, no. Entonces esa crueldad, de acuerdo a los elementos aportados, yo la ubico como, pues en ese extremo máximo, máximo. Porque todo tiene una medida y considero que fue en ese extremo. Fue golpeado de manera desmedida, aprovechando su indefensión, la intención de acabar con su vida”, agregó.
Dos testigos presenciales coincidieron en señalar que una mujer disfrazada de azul alentaba para que siguieran golpeando más y más al joven que se encontraba ya en el piso. Incluso, retó a Suárez para que aplicara sus conocimientos de kickboxing.
“No le parecía suficiente, sino que quería más y más. Y la forma tan desmedida de esa agresión, aunado a que si se hubiese tenido un poquito de consideración con la persona que agredieron, por lo menos viendo, como lo han dicho o lo dijeron en esta audiencia, se estaba ahogando en su propia sangre. Y así lo dijeron los declarantes”, aseveró la jueza al citar a testigos.
Las otras pruebas dejan ver un desprecio absoluto por la vida del joven estudiante, a quien dejaron agonizando en el suelo y, como si nada, ingresaron a la discoteca a seguir con la fiesta de disfraces.
“Por lo menos se hubiese tenido algo de compasión para auxiliarlo, pero no. Por el contrario, después de semejante agresión, el grupo, no solamente uno, se van todos tranquilamente. En ese lapso de que se van, desaparece el señor Ricardo. González Castro Ricardo Rafael desaparece. Ninguno supo qué pasó con él”, anotó la togada.
Pese a que la noticia ya era de conocimiento público y que su rostro aparecía en medios de comunicación de manera constante, el joven se fue hasta Cartagena. “Aquí se actuó con dolo”, remarcó la jueza.
Por estos hechos, la jueza recriminó fuertemente el actuar del joven quien, según los registros, vendía perros calientes en el centro de Bogotá.