SEMANA: Usted ha emprendido una búsqueda de justicia, que debe ser muy dolorosa, tras la muerte de su hija. En este momento, el proceso judicial está en crisis. ¿Por qué no avanza?

Ximena Céspedes: Mi hija murió el 12 de septiembre de 2023. Llevamos dos años y no hemos podido llegar a un juicio. En México, el sistema penal también es oral. La investigación duró seis meses, la acusación se hizo en mayo de 2024. Y, desafortunadamente, llevamos cinco audiencias y no hemos podido llegar al juicio. Han dilatado con amparos, que son como tutelas, y con recursos judiciales. Una de las audiencias la aplazaron porque no llegó el fiscal; luego el abogado dijo que no había tenido tiempo de revisar el expediente.

SEMANA: ¿Cómo llegaron a saber con tanta certeza que detrás del crimen estaba el novio de Ana María?

X.C.: Ana María estaba sola en ese momento. Mi esposo y yo habíamos viajado con nuestra otra hija a nuestro aniversario. Ana María era una niña muy cuidada. Tuvo a este novio durante año y medio. Para junio de ese año ya habían terminado. Nosotros no vimos señales de violencia. Yo veía a Alan muy triste después de la ruptura. Él se iba a vivir a Alemania a estudiar ese viernes. Ese domingo pasó algo extraño y es que alguien entró en la casa y le robó la computadora. Ella me contó el lunes. Yo pensé que se le había perdido. El martes él entró en la tarde y la mató e intentó que todo pasara como si fuera un suicidio. Por la relación de pareja que tenían, lo catalogan como feminicidio. Están todas las pruebas.

Una vela que simboliza la vida arrebatada y la lucha contra la violencia de género.” | Foto: Yulia-Images

SEMANA: ¿Qué pruebas hay?

X.C.: Cámaras, testigos, mensajes. Todo está en el expediente. Ana María le escribió a su mejor amigo mostrándole las amenazas. Al final le dijo: “Si me pasa algo, ya sabes quién fue”. Para nosotros es claro que él calculó que no estaríamos en México; entonces, tenía mucho tiempo para manipular la escena. Yo siempre he dicho que Ana María, esa noche que nos llamó a las dos de la mañana sobre un teléfono que nunca apareció, nos llamó a decirnos que teníamos que encontrarla nosotros.

SEMANA: Hubo un mensaje de WhatsApp que usted recibió de ella esa noche y que hoy cree que fue enviado después del crimen. ¿Cómo fue eso?

X.C.: Mi esposo contestó esa llamada cuando sonó el teléfono a las dos de la mañana (en México eran las seis de la tarde). Yo le pregunté si era Ana María y él me contestó que era un número desconocido. Entonces, yo decidí tomar el teléfono. Había un mensaje de la señora que nos ayuda en la casa diciendo que Alan había ido y que lo había visto muy extraño. Le escribí a Ana María y le pregunté cómo estaba. De repente me entró un mensaje diciéndome: “Espérame tantito, estaba jugando con el perro”. Y “tantito” es una palabra que ella nunca utilizaba. La llamé y no me contestó. Y, en ese momento, entró un mensaje que decía: “Perdóname, mamá, solo despídeme de mi papá”. Yo sé ahí que este mensaje no lo escribió ella. Agarré el teléfono, llamé al vecino y le pedí que fuera a mi casa. Y me dijo que estaba colgada. Le pedí que llamara a una ambulancia porque pensé que, si ella estaba escribiendo, en tres minutos no se podía morir. Una hora después me llamaron y me dijeron que estaba muerta.

SEMANA: ¿En qué modo la justicia puede resarcir un dolor tan grande?

X.C.: La justicia no resarce el dolor, lo que hace es que no lo agranda más. El problema es que esto es un duelo. Y, aparte del duelo de la pérdida de Ana María, es un duelo no tener justicia. Por eso, yo creé una fundación para ayudar a mujeres a erradicar realmente la violencia de género desde el noviazgo. Pero cómo les digo a las mujeres que estamos tratando de salvar que no hay responsabilidades por estos hechos. Yo no entendía el tema de la revictimización y pensaba que era el tener que contar una y otra vez la historia, pero la revictimización es realmente tener que ir a una audiencia a que no pase nada. Y, encima, tener que ver a Alan es muy duro, independientemente de que yo lo haya perdonado. De todas formas, pienso en qué cabeza cabe que se te hubiera ocurrido matarla si tú eras el que decía que más la querías.

“Silueta que recuerda la urgencia de erradicar la violencia contra la mujer. | Foto: Nico_Campo

SEMANA: Usted habla de su dolor con una empatía muy admirable hacia la familia del agresor de su hija. Y la he escuchado decir que no espera la pena máxima, sino incluso la mínima. ¿Por qué?

X.C.: A mí lo que más me gustaría es que este muchacho se acoja a un proceso abreviado. Él lleva dos años en juicio, sin saber qué va a pasar. He pedido que si puedo hablar con la familia o con los abogados para que él tenga la menor pena posible. Esto no es un tema de venganza, es un tema simple y llanamente de responsabilidad de lo que él hizo y de la justicia.

SEMANA: ¿Cómo evitó este sentimiento de venganza?

X.C.: He aprendido en el camino que el tema son los hechos. Ana María murió víctima de feminicidio. Y lo primero que hemos tenido que hacer es poder vivir sin ella. Este muchacho se tiró su vida, se tiró la nuestra y la de Ana María. Y es él quien tiene que responsabilizarse de los hechos. Hoy creo que, si más hombres se responsabilizaran de sus actos agresivos, no se llegaría al feminicidio.

SEMANA: Pero la familia de Alan ha intentado evadir el proceso.

X.C.: Mi abuelo fue presidente de la Corte Suprema de Justicia. Él decía que el día en que hubiera un muerto ojalá fuera la víctima su hijo y no el victimario. Efectivamente, tiene que ser muy duro saber que uno crio a alguien que fue capaz de quitarle la vida a alguien más. Pero eso no les da derecho de querer sacarlo, porque lo puede volver a hacer de nuevo. La diferencia entre esos padres y nosotros es que ellos lo pueden ver, lo pueden tocar, lo pueden abrazar, pueden ir a ayudarlo. Nosotros ya no podemos.

SEMANA: ¿Cómo era Alan con su hija? Ya mirando hacia atrás, ¿usted cree que había alguna alerta de que podía llegar a cometer un acto tan cruel?

X.C.: Desafortunadamente, cuando nunca se ha vivido violencia, a nadie se le ocurre que esto pase. Es parte del trabajo que hemos venido haciendo nosotros. Es justo explicarle a la gente que sí pasa y cuáles son las señales. Con nosotros en la relación de Alan y Ana María solo vimos tres cosas. La primera sucedió cuando a Ana María le acababan de operar la nariz. Él agarró un plato de cartón con crema pastelera y le hizo como un amague de pegarle. Ese día le dije a ella que no regresara a su casa. Luego, un día Alan le terminó, y Ana María llegó llorando. Recuerdo haberle dicho que a todos nos han roto el corazón. Pero luego Alan llegó con un regalo enorme, le pidió perdón y regresaron. La última vez sí le dije a Ana María: “Termina ya”.

SEMANA: Parecen momentos, en cierto modo, normales de una relación de adolescentes.

X.C.: Las señales son muy claras, solo que no es fácil conocerlas. Una es control, la otra son celos desproporcionados. El día de la falda famosa había ido otro muchacho al concierto y resulta que eso había sido todo un show. La otra es menosprecio de lo que piensa la persona. La otra son los cambios de temperamento. Él comenzaba y le terminaba una y otra vez. Y la última es el tema del aislamiento. Ana María no iba a algunas fiestas y yo pensé que era porque estaba estudiando para entrar a la carrera de medicina. Pero no. Era porque ella no podía ir si él no iba también.

María Ximena Céspedes, a través de la Fundación Naná, busca salvar la vida de las mujeres que sufren violencia de género desde el noviazgo, como le sucedió a su hija Ana María, cuyo feminicida fue su novio de colegio. | Foto: Instagram: @mariaximenacespedes

SEMANA: ¿Qué les advierte a los papás que hoy ven algunas de esas señales?

X.C.: Lo más importante, y es lo que les pido a todos los papás, es que se den cuenta de que, tras vivir en una relación violenta, el riesgo más grande está en los primeros 90 días después de que se termina con un hombre agresivo. Ahí es cuando las pueden matar, que fue lo que le pasó a Ana María.

SEMANA: ¿Alguien les advirtió a ustedes sobre la verdadera persona que era Alan?

X.C.: Nadie. Y muchas personas pensaban que ella estaba en una relación tóxica: los amigos, los papás de los amigos, la psicóloga que la atendió o incluso algunos de los docentes. Cada vez que terminaban, él le mandaba muchos regalos, y un día mi marido le pidió que no recibiera ni uno más. Pero luego supimos que él la amenazaba con suicidarse, le decía que la quería un montón, y ella decía que no quería terminar mal con él. Y lo que entienden las víctimas es que nadie puede quedar bien con un agresor así. Luego, ella empezó a salir con otro muchacho y creemos que ahí fue cuando él tomó la decisión: “Si no es conmigo, no es con nadie”.

SEMANA: La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se ha solidarizado con su caso. ¿Qué mensaje le manda a ella?

X.C.: La ventaja de una mujer presidenta es que tiene perspectiva de género. En México crearon una secretaría. A los cinco minutos de que ella habló sobre el caso, me llamó la secretaria de las Mujeres, me recibió y ese mismo día puso al equipo jurídico a disposición. Ellos no tienen injerencia en la Rama Judicial, pero eso nos ha ayudado. La verdad que le agradezco a la presidenta, porque al menos le da a uno la tranquilidad de que hay alguien más preocupado por el tema además de su mamá.