“No hay en Brasil un lugar, una ciudad, por grande o pequeña que sea, donde no haya un ‘gota a gota’ colombiano”. A esa conclusión llegó Laura Falla Mejía, una antropóloga egresada de la Universidad Javeriana de Bogotá, que lleva más de 10 años investigando sobre el fenómeno del ‘agiotismo‘, el cual, pudo establecer, nació en un histórico municipio de Caldas, en el occidente de Colombia, y extendió sus tentáculos a más de 13 países de América Latina.
Los métodos violentos usados por los ‘gota a gota’ para exigir los pagos de cuotas con altísimos intereses son bien conocidos en el continente.
Un prestamista que decidió hablar con SEMANA, bajo la condición del anonimato, aseguró que en ese país dedicarse a esta labor es “agreste”.
“Si un cliente no quería pagar, había que quitarle el televisor o la nevera”, detalló.
Los préstamos se hacen a pequeños comerciantes, pensionados o trabajadores que requieren flujo de dinero diario con un interés del 20 % mensual.
“Deben pagar diario, al cliente que más se le da oportunidad es al que paga semanal, pero debe pagar diario, por eso se llama pagadiario, porque la idea es ir recaudando la plata para ir dándole la vuelta”, explicó la fuente.
Pero los intereses exigidos son tan altos que las personas suelen atrasarse en los pagos, un negocio redondo para los prestamistas: “Un cliente que tenga un crédito vencido, se le da un plazo de 20 días, en ese transcurso tiene que pagar; si no, se le refinancia el valor del crédito, se le vuelve a poner un crédito nuevo, si es de 300.000 pesos, quedaría con un saldo de 360.000”, indicó el prestamista consultado.
Sin embargo, al fallar en los recaudos, los ‘gota a gota’ recurren a la violencia, como quedó en evidencia en uno de los hechos más recientes ocurridos en Colombia, que se volvió tendencia en redes sociales, sucedido el 24 de agosto en Barranquilla.
Un video divulgado por medios locales de esa ciudad muestra a un hombre y una mujer que, tras descender de una motocicleta, atacan una humilde vivienda. En la grabación se ve cómo el ‘gota a gota’ toma una piedra del suelo y rompe los cristales de la ventana para generar zozobra entre los habitantes.
Según se dijo, el ataque iba dirigido a una anciana que se atrasó en algunos pagos y tuvo que sufrir la arremetida violenta contra su morada.
Aunque varios vecinos, entre los que estaba un grupo de taxistas, trataron de impedir verbalmente que el ‘gota a gota’ atacara la vivienda, esto no prosperó y nadie se atrevió a interpelar a los prestamistas.
Caso contrario al ocurrido en México, donde los prestamistas, tal cual han hecho en Honduras, Costa Rica, Guatemala, Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, han sembrado fuertes raíces.
A finales de julio, tres ‘gota a gota’ colombianos fueron secuestrados por un cartel en Tlajomulco de Zúñiga, una ciudad de unos 700.000 habitantes en el centro del estado de Jalisco.
Maryeline Ramos Flórez y Julián Sepúlveda fueron raptados de un apartamento, mientras que Alexander, hermano de Julián, fue encontrado por los captores en un reconocido centro comercial de esa ciudad.
Desde ese momento, sus familiares interpusieron una denuncia ante la Procuraduría Mexicana para que los tres fueran hallados. Sus fotos se regaron en las redes sociales, incluso en grupos de búsqueda de desaparecidos del país.
Pero no solo ahí. La noticia de su secuestro llegó hasta Aranzazu, un pequeño municipio de cerca de 13.000 habitantes encumbrado en las goteras del volcán nevado del Ruiz, en el departamento de Caldas.
De allí son Julián y su hermano Alexander. Fuentes consultadas por SEMANA confirmaron que la noticia de su secuestro estremeció a todo el municipio, incluso, una de ellas dijo que no había casa donde no se unieran en cadena de oración por su libertad.
“Hasta la mamá de ellos fue a buscar al alcalde, para que intercediera, hiciera algo para que sus hijos fueran dejados en libertad”, dijo una de las fuentes, quien pidió no revelar su nombre.
Medios mexicanos aseguran que el secuestro de los dos hermanos y de Maryeline se dio por la pérdida de 21 millones de pesos mexicanos, algo así como 4.500 millones de pesos colombianos. Sin embargo, aunque Julián y Alexander fueron dejados en libertad y regresaron a Colombia, en Aranzazu, donde son muy conocidos, nadie se atreve a hablar del tema.
“Que hayan aparecido vivos es ya un milagro”, dijo la fuente.
Aranzazu, precisamente, aparece en la investigación que durante más de una década ha realizado la antropóloga colombiana, como el origen de los préstamos ‘gota a gota’.
“En esas entrevistas que logré con varios de ellos, logré establecer que Aranzazu, en Caldas, y sus límites con Antioquia, se presentó como lugar común para el origen de esta economía”, le dijo la académica a SEMANA.
“¿Por qué? Porque esta región tiene unas características sociales y económicas particulares que permitieron que un modelo de negocio como el gota a gota emergiera, por ejemplo, excedentes de dinero que permiten acumular riqueza de manera muy temprana”, explicó la investigadora.
Aranzazu es un municipio ubicado a unos 90 minutos de Manizales, la capital del departamento. En diálogo con SEMANA, Norberto de Jesús Hoyos, concejal y presidente del Concejo, dijo que hoy en día cuenta con las productoras de aguacate como primer renglón en la generación de empleo, seguido del café y la ganadería.
“La economía se ha mejorado, el primer renglón del empleo es la aguacatera, pero hace 15 años había menos recursos”, explicó.
Las opciones de empleo para los jóvenes eran escasas, podía elegir entre recoger café o dedicarse a la ganadería en el municipio o marcharse, muchos terminaron haciéndolo para abrirse paso en otros mercados y, según el estudio de la antropóloga Falla, uno de esos fue el gota a gota.
“Ellos se van a vender mercancía, pero uno no sabe, uno no puede certificar que sea así”, dijo el concejal Hoyos.
Algunos cuentan con buena suerte y tienen rutas de cobro que se estiman en cantidades alarmantes, como la que sugieren los medios mexicanos que perdieron los hermanos Sepúlveda o como los estimativos hechos por la investigadora en sus pesquisas.
“Por ejemplo, en el poblado de Espíritu Santo, en Brasil, funcionan como una empresa, manejan préstamos por sectores y uno podría estimar que cada pagadiario maneja un recaudo de cinco millones de pesos semanales. Pero eso es un pueblo pequeñito, donde uno se extraña al ver cómo llegaron a prestar plata hasta allá”, explicó.
Y aunque el negocio de los ‘gota a gota’, pagadiarios o “agiota”, como les dicen en Brasil, pareciera prometedor, otra es la realidad.
Se conoce de secuestros como los de Maryeline y los hermanos Sepúlveda, en México, hasta plagios extorsivos a prestamistas gota a gota de parte de bandas para exigirles rescates en dólares en Manta y Guayaquil, en Ecuador, o la cárcel.
El 14 de agosto, la Fiscalía del Estado de Jalisco, México, anunció la captura de tres colombianos y una mujer mexicana bajo cargos de extorsión. Fueron identificados como Andrés Felipe “N”, Yahir Franco “N”, Hosnader Alfredo “N” y Jennifer Yessica “N”.
Los cuatro quedaron en evidencia de sus préstamos ante las autoridades, luego de que fueran denunciados por haber amenazado de muerte “e infligido violencia” a los propietarios de un negocio en Jalisco.
Las autoridades mexicanas les pusieron una trampa, las citaron bajo la promesa de que las víctimas pagarían las deudas, y los detuvieron. Ahora son procesados por extorsión, que en Jalisco puede llegar a dar entre 10 y 25 años de prisión.
No obstante, el llamado de las autoridades para evitar sumergirse en deudas con los ‘gota a gota’, los prestamistas colombianos siguen abriendo mercados en pequeños poblados del continente.
Aunque la modalidad ha cambiado: ya no es tan frecuente ver en las calles los papelitos por medio de los cuales los ‘gota a gota’ ofrecen sus préstamos a un interés del 20 % mensual, ahora las ofertas son hechas mediante redes sociales y plataformas como WhatsApp.
Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: cautivar a pequeños comerciantes necesitados de moderados montos de dinero por los que terminan pagando un dineral.