Estas encuestas que acaban de salir y de las que todo el mundo habla tienen muchos análisis que, claro, dependen de quién los haga o de quién los presente, como ha pasado con los medios que muestran claramente su sesgo. Sin embargo, como todas las cosas, o como la vida, valga la pena decir, este hecho que muestra una parte de la realidad tiene de todo, de lo malo, de lo bueno y de lo feo.

Empecemos por lo malo, para algunos, no para todos. Colombia hoy tiene entre el 20 y el 30 por ciento de ciudadanos que apoyan una izquierda corrupta y destructiva. Gustavo Petro, ciertamente, la representa con excelencia y además magnifica todos los horrores de esa izquierda populista que vive del odio, de la mentira y destruye todo lo que encuentra a su paso. Ciertamente, Iván Cepeda representa lo mismo y por ello tiene ese apoyo, por lo menos en las encuestas.

Vengo hace años hablando de ese respaldo y cómo no hemos entendido ese resentimiento, ese cansancio y ese rechazo que hay en por lo menos la mitad de esos seguidores, que además están ahí porque no encuentran nada nuevo o distinto al otro lado. Solo el discurso populista les da algo de ilusión y de esperanza, y su rechazo a lo “otro” les impide ver el cáncer de corrupción y de engaño que hay en ese entramado supuestamente de igualdad y de futuro. Esa tarea nadie la ha hecho, nadie se ha aproximado a ese ciudadano aburrido, harto y con rabia para entenderlo y mostrarle otro camino. Eso es lo más feo de este momento que la encuesta refleja: no entendemos al otro, no sabemos cómo atraerlo y cómo darle una verdadera luz de esperanza.

Lo bueno, todo el mundo está en pánico. O casi todo el mundo, pues los dos grandes beneficiados, por ahora, son los extremos, Cepeda y Abelardo de la Espriella. Queda claro que estas elecciones van a ser entre ellos dos y que hay un movimiento desesperado de unos candidatos supuestamente de centro para encontrar algún tipo de apoyo que los ponga en el escenario. Obviamente, Sergio Fajardo es quizás quien tenga algo de posibilidades, y muchos de los otros precandidatos, la gran mayoría sin poder electoral alguno y con un arrastre mínimo, juegan a tener algo de visibilidad para ver si se mantienen vigentes por un lado o si pueden negociar algo en su beneficio por el otro. La sorpresa, Claudia López, quien se desinfló y no se ve cómo pueda crecer. Le están cobrando su incoherencia política, pues ha estado en todos lados. La verdad es que de las decenas de candidatos que hoy hay, solo se les ve algo de futuro a estos tres, siendo Fajardo el que más la tiene cuesta arriba.

Faltan aún seis meses para ese momento y lo feo es lo que se ve venir. Por un lado, la violencia que Petro incentiva desde su discurso y desde sus redes sociales es posible que cambie este escenario. Lo vivimos en la campaña de los noventa. Ya llevamos un muerto, y si los narcos, incluyo al ELN y a las Farc, que son narcos con alias político, ven que peligran los beneficios que Petro les ha dado y que además les quiere dar si apoyan a su candidato, pues es de esperarse que reaccionen de la única manera que lo saben hacer: con el gatillo.

Hay otra parte más política en este lado feo que es el santospetrismo; ya no es el petrosantismo, pues hoy Juan Manuel Santos lleva la batuta en esta alianza, que, sin duda, es una realidad y que está actuando. Hoy Santos tiene fácilmente diez candidatos a los que le puede apostar, muchos de ellos en conjunto con el petrismo, que en cualquier momento puede dejar a Cepeda si ven que lo van a derrotar. El ejemplo mayor es el camaleón profesional Roy Barreras, que busca armar un frente amplio que les permita ganar espacio entre los que no quieren ni a Cepeda ni a De la Espriella. Obvio, lo que tratan de armar tiene un objetivo común tanto para Petro como para Santos: acabar con Álvaro Uribe.

Santos, que juega a todas las bandas y es tan camaleón como Roy, tiene por el otro lado algunos candidatos como Fajardo y de pronto otros que salgan más adelante. Lo cierto es que si alguno levanta cabeza y se vuelve competitivo, deja botado a Petro, pone fin al santospetrismo y se abraza al árbol que más le convenga. Así ha operado toda su vida y ciertamente ya en su vejez no va a cambiar.

Esperar qué pasa en los próximos dos meses es lo que se debe hacer, pues entonces el panorama debe estar más claro. Ojalá la derecha entienda que esa peleadera solo beneficia a Cepeda. Por su parte, es urgente que De la Espriella abra su abanico para por lo menos recoger algo de ese centro que va a necesitar para ganar si las cosas se mantienen. Ah, y debe alistarse para la andanada de escándalos que con ayuda de Venezuela le van a montar.

Claro, con un presidente mentiroso, borracho, drogo y rodeado de corrupción, es más fácil defenderse de lo que viene. Sin embargo, debe ser muy convincente, pues si no lo es, el gran beneficiado va a ser Santos y el candidato que al final él apoye. Y ese enemigo es tan letal como Petro, si no más; no les quepa la menor duda.