La cosa va así. Según Invamer, la encuestadora del Sindicato Antioqueño, en encuesta contratada por el Canal Caracol, de propiedad de los Santo Domingo, solo puede ganar la elección presidencial contra el petrismo y las Farc el candidato que no puede llegar a la segunda vuelta, es decir, Sergio Fajardo.

Así como lo oyen. Solo sirve, según los grupos económicos y los medios controlados por Juan Manuel Santos, un candidato que no tiene ninguna posibilidad de llegar a la segunda vuelta.

El truco barato de siempre de Invamer es, una vez más, empujar a Fajardo para que este señor reciba todos los apoyos del catálogo santista de candidatos, que son más de una decena; incluye en eso a Vicky locura, y ya está: tienes a Fajardo mágicamente en segunda vuelta.

Y digo que Invamer ya lo ha hecho porque así fue. En noviembre de 2017 nos vendió que Petro iba en un 17 %, Fajardo iba en un 15 % y Vargas Lleras iba en un 14 %. Después, en 2021, afirmaron que Petro tenía el 30 %, Sergio Fajardo el 15 % y Rodolfo Hernández el 11 %.

¿Cuántos son los candidatos santistas? Todos dignos miembros del club del uno por ciento. A ver, hagamos cuentas y alisten el ábaco: Cristo 0,2 %, Lizcano 0,3 %, Córdoba 0,5 %, Armitage 0,5 %, Oviedo 0,5 %, Cárdenas 0,6 %, Luna 0,6 %, Roy 0,6 %, Caicedo 0,8 %, Reyes 0,8 %, Murillo 0,9 %, Peñalosa 1,1 %, Gaviria 1,3 %, Galán 1,6 %, Pinzón 2,9 % y Fajardo 8,5 %.

¡Dieciséis candidatos por un módico 21,7 % de intención de voto! Pero claro que con las encuestas no se puede andar sumando así nomás. Insisto, las intenciones de voto no se endosan, pero si le sumáramos a Abelardo las intenciones de voto de la derecha, dejando a Vicky locura por fuera, el registro sería del 28,5 %. Y claro que los Valientes no estarán tan locos como su líder, pero…

De hecho, anoche Orozco, gerente de Invamer, y Vargas hacían el ridículo en horario estelar con sus calculadoras de pilas al aire, sumando intenciones y rogativas para negarle al público televidente lo evidente: esto es entre Cepeda y Abelardo. Eran lo más parecido a Maduro en la noche de elecciones, sumando porcentajes de su triunfo en las elecciones venezolanas de julio de 2024.

Y después posan, sin sonrojarse, de árbitros de las fake news.

La noticia verdadera, que nunca veremos, es que el tigre Abelardo, sin pautar en redes y a punta del fervor popular generado por Defensores de la Patria, puntea y crece. A puro pulmón, somos ya la verdadera opción de derrotar al petrismo y a las Farc en cabeza de su candidato Iván Cepeda.

Las maniobras, sumas y restas del establecimiento económico, periodístico y político del santismo no nos deben preocupar ni distraer. El enemigo es formidable y la culebra sigue viva.

Entre otras, porque el establecimiento santista, con Roy a la cabeza, para donde va es para donde Cepeda a coger cupo en la dictadura comunista que piensa imponer en Colombia de la mano de las Farc y los narcos. A Fajardo ya lo dejaron en la banca. Sergio, en su autodeterminada superioridad moral y su autismo político, nunca ha sido la opción real de la manzanilla santista. Con ellos es repartiendo hospitales, institutos y ministerios que se avanza y completan ya casi cuatro años con el plato lleno con Petro. ¿De dónde gastan ellos —que Vicky eso sí no cuestiona— para sostener sus aspiraciones que no prosperan ni por las curvas? Pues de lo robado y desviado en este Gobierno y del saldito que Duque, alma bendita, les dejó.

Mientras Santos y los grupos se revuelcan aculillados, Petro y Cepeda abren sus cofres de guerra. Guerra burocrática, guerra propagandística, guerra guerra, por cuanto una parte de lo que viene es a punta de fusil y plomo.

Pero Colombia no va a desfallecer ni dejarse confundir por los de siempre. La batalla es a pie. A punta de firmas, a punta de activismo digital, a punta de apoyos espontáneos y a punta de ideas, valores y programas.

En el fondo, lo que traía más descompuesto a Juan Roberto Vargas, jefe máximo del circo santista, es que su costosa encuesta ratifica que su ideario socialista y su visión de país, por más que la repitan y se la impongan sectariamente al público colombiano, no pegó.

Colombia quiere y necesita una agenda firme y contundente de seguridad que no matice, ni justifique, ni idealice la violencia y el terrorismo. El sentir mayoritario de los colombianos añora un retorno a los valores de nuestra sociedad tradicional alrededor de la familia, la religión, el respeto y la moral. La sociedad, como en 2022, rechaza esa casta de privilegios y vacas amarradas de los grupos económicos que financian sus voceros políticos y periodísticos de siempre. Colombia desea un Estado más pequeño, que deje trabajar y que no devore nuestros impuestos en burocracia y corrupción y que cumpla a rajatabla con sus deberes de seguridad y justicia.

Lo demás es una fantasía que puso a Petro en el poder para satisfacer las ansias y las culpas de una élite perversa y favorecida, con mucho pasado pero ningún futuro.