He escrito múltiples columnas sobre el daño que causa la deficiente administración de justicia al país. Los escalafones del Banco Mundial y del World Justice Project ubican a Colombia en una posición desafortunada, siendo la demora procesal y la corrupción nuestras principales debilidades.

Lo sorprendente es que el primer problema no requiere más abogados, sino tecnología, ingeniería de procesos, voluntad política y presupuesto.

El cuello de botella está en el análisis

La administración de justicia consiste en evaluar hechos a la luz de los códigos legales, lo cual implica dos etapas: descubrimiento y análisis. La justicia oral agilizó la primera, pero en la etapa de análisis los juzgados permanecen congestionados. El personal judicial, con los medios actuales, no alcanza a procesar la demanda que recibe.

Desde la ingeniería industrial, este tipo de cuellos de botella tiene dos soluciones: asignar más recursos u optimizar procesos. El segundo camino es más deseable porque busca procesar más casos con los mismos recursos.

Herramientas maduras disponibles hoy

Existen tecnologías maduras que pueden transformar la justicia y que tienen una aplicación inmediata:

Digitalización de expedientes: Construiría bases de datos de fallos que alimentarían algoritmos para facilitar el estudio de jurisprudencia. Este es un esfuerzo monumental, pero de bajo riesgo y costo razonable. Además, fortalecería la transparencia del sistema para jueces, víctimas y abogados.

Inteligencia artificial: Permite analizar expedientes de manera rápida y consistente con la ley y la jurisprudencia, con la ventaja de que los jueces pueden compartir su conocimiento con el sistema. En Colombia, la magistrada María Victoria Quiñones del Tribunal Administrativo del Magdalena ha promovido exitosamente la automatización de tareas repetitivas para lograr ganancias en eficiencia y productividad.

El obstáculo: nepotismo sobre eficiencia

Si el valor agregado de la tecnología es evidente, ¿por qué no se ha implementado a escala? La respuesta es el nepotismo en la Rama Judicial. A muchos jueces les conviene contratar más personal para sus equipos, puestos que desaparecerían con la tecnología. Esta postura no deja de ser miope, entendiendo que un sistema judicial que utilice las herramientas tecnológicas no solo procesará más rápido los casos de hoy (que en promedio se demoran ocho años), sino que generará más demanda de la administración de justicia, mejorando el servicio a los colombianos a la par que se mantendrá el nivel de personal requerido.

Un cambio radical es posible

Colombia necesita un cambio radical en la administración de justicia, impulsado por voluntad política. Las implicaciones son enormes para el ciudadano común: una justicia eficiente disminuye el riesgo de interactuar social y comercialmente, generando más actividad económica y menores costos de capital. No se trata aquí de un factor trivial, se trata de una capacidad fundamental que debe tener el país para su desarrollo.

Espero con ansia escuchar las propuestas de los candidatos presidenciales en este sentido. Esta es una reforma que realmente genera bienestar y progreso, a diferencia de las políticas de decrecimiento, los impuestos a sectores productivos demonizados sin razón o las reformas constitucionales especulativas.