"Esperamos que no cesen en su lucha por continuar alejados de nosotros, alejados del mundo de los motores, motores que sólo sirven para ser garroteados y hacer chaquiras con sus tornillos más pequeños y colgárselas del cuello con una pita de chambira. Cariba malo”. El epígrafe del último libro del politólogo colombiano Roberto Franco resume la esperanza que obsesionaba al mayor conocedor de los pueblos indígenas aislados: que nadie jamás los encuentre.

Cariba malo, que significa hombre blanco malo, muestra en dos palabras la historia de la lucha centenaria de pueblos que optaron por internarse en la selva para no morir de hambre, gripa, malaria, encadenados o esclavizados. El tiempo pasó pero para ellos da lo mismo un español con armadura que una draga minera, o un arcabús que una motosierra. Tal vez por eso no quieren volver. Saben que hay algo más allá de la selva porque oyen y ven los aviones que a diario cubren la ruta comercial Bogotá-Leticia cuando vuelan sobre el Parque Nacional Natural Puré, en el Amazonas. Allí se encuentran no más de cien familias de los yuris y los passés, los dos grupos de indígenas no contactados de cuya existencia hoy tiene certeza el país gracias a Roberto Franco. Lea el artículo completo aquí