Una reciente investigación ha revelado que una tabla de eclipses del siglo XI permitió a los mayas predecir fenómenos celestes con un margen sorprendente: menos de una hora de error cada 134 años, gracias al uso de ciclos astronómicos que hoy la ciencia moderna denomina saros e inex.

Esta precisión de acuerdo con los especialistas, demuestra un nivel de conocimiento avanzado para una civilización que floreció mucho antes de que Europa desarrollara herramientas como el telescopio.

Mucho antes de la llegada de los colonizadores, los mayas ya relacionaban el cielo con su vida ritual, su arquitectura y su organización del tiempo. Entre los siglos III y IX d. C., cuando su esplendor cultural se reflejaba en ciudades como Chichén Itzá, la astronomía ocupaba un lugar central en su identidad.

Visitantes observan el equinoccio en Chichén Itzá, cuando la sombra de los escalones forma una serpiente descendiendo, ejemplo de la precisión astronómica maya. | Foto: Isabelle Souriment/Hans Lucas/picture alliance

El ejemplo más conocido es la pirámide de Kukulcán, donde durante los equinoccios la sombra proyectada por los escalones genera la ilusión de una serpiente en descenso.

De acuerdo con las explicaciones del antropólogo John Justeson a la radiodifusora austriaca ORF, esta exactitud fue posible gracias a “los sofisticados calendarios mayas” que permitieron asociar fenómenos celestes con fechas precisas.

El Códice de Dresde

El Códice de Dresde, un manuscrito del siglo XI o XII conformado por 78 láminas de papel de corteza plegadas y decoradas con ilustraciones, según reportó Science Alert, se trata de uno de los solo cuatro códices mayas jeroglíficos que permanecen intactos.

El documento incluye conocimientos sobre astrología, estaciones, medicina y especialmente, astronomía: su tabla de eclipses cubre 405 meses lunares, equivalentes a 11.960 días, permitiendo prever eclipses con notable exactitud.

Es importante tener en cuenta que como ocurre con cualquier sistema basado en ciclos astronómicos, pequeñas variaciones podían cambiar las predicciones con el tiempo, la pregunta clave era cómo lograron los mayas mantener la precisión durante siglos.

Un nuevo estudio publicado en Science Advances ofrece una respuesta contundente, Justeson y el investigador Justin Lowry proponen que los sabios mayas no reiniciaban la tabla desde el comienzo, sino que sabían exactamente en qué punto del ciclo retomar las cuentas para corregir desviaciones.

Science Advances explicó que su precisión dependía de ajustes estratégicos en el ciclo lunar. | Foto: X: (@RincnCuriosoo)

Los investigadores identificaron posiciones críticas: alrededor de los meses 223 y 358, que coinciden con los ciclos astronómicos modernos saros e inex, según IFL Science, estas marcas reducían los errores a solo unas horas.

Como explicó Justeson a ese medio, estos puntos “generaban errores mínimos” y permitían mantener la utilidad del sistema durante largos periodos.

De acuerdo con el análisis, se sugiere que los mayas pudieron haber predicho todos los eclipses solares visibles en su territorio entre los años 350 y 1150 d. C.

Para los mayas, los eclipses no eran simples fenómenos astronómicos

En The Conversation, la historiadora Kimberley Breuer recuerda que los gobernantes realizaban rituales de sangría durante estos eventos para fortalecer al dios del Sol y proteger el orden cósmico.

El calendario astrológico de 260 días utilizado para adivinar el destino y organizar ceremonias, también se hacia parte en la interpretación de los fenómenos celestes.

En el Códice de Dresde, los 405 meses lunares registrados equivalen casi a 46 de estos ciclos sagrados de 260 días, lo que apunta a que estos fenómenos también se enmarcaban en el tiempo ritual maya.

Este vínculo entre ciencia, espiritualidad y poder político revela una cultura que no solo observaba los cielos.

*Con información de DW.