En el corazón del desierto de Atacama, uno de los lugares más secos del mundo, una pequeña planta llamada Cistanthe longiscapa, conocida localmente como “pata de guanaco”, esta florece contra todo pronóstico.

Su capacidad para sobrevivir en condiciones extremas podría ser la clave para desarrollar cultivos resistentes a la sequía y al cambio climático.

Durante los episodios de lluvia que dieron origen al fenómeno del desierto florido esta especie cubrió de fucsia el paisaje, luego de que las precipitaciones alcanzaran hasta 60 milímetros y reactivaran miles de semillas que permanecían latentes bajo la superficie.

La planta que alterna entre dos tipos de fotosíntesis

La “pata de guanaco” además de deslumbrar por su colorido, investigadores de la Universidad Andrés Bello (UNAB) descubrieron que posee una sorprendente flexibilidad biológica ya que puede alternar entre dos tipos de fotosíntesis, algo inusual en el reino vegetal.

En condiciones adversas, activa la fotosíntesis CAM, un mecanismo que le permite absorber dióxido de carbono por la noche y conservar agua durante el día, cuando el entorno mejora, retoma la fotosíntesis C3, más eficiente en climas templados.

Planta Cistanthe grandiflora, popularmente llamada "Pata de guanaco". | Foto: Krystyna Szulecka/imagebroker/FLPA/IMAGO

“Con el cambio climático, las sequías se están convirtiendo en un problema serio para la agricultura, para el mundo y para nuestro país. Necesitamos plantas que sean capaces de tolerar esa sequía”, explicó Ariel Orellana, director del Centro de Biotecnología Vegetal de la UNAB.

Esa capacidad de adaptación convierte a la Cistanthe longiscapa en un modelo ideal para comprender cómo los genes controlan la resistencia a la sequía, estos hallazgos del equipo fueron publicados en la revista Plant Physiology.

La posible aliada contra el cambio climático

Chile es uno de los países con mayor estrés hídrico del planeta, según el Instituto de Recursos Mundiales, las sequías prolongadas y los incendios forestales han puesto en riesgo la agricultura, especialmente en el valle central, una zona vital para la producción de vino, frutas y ganado.

Comprender cómo la “pata de guanaco” logra prosperar en el desierto más árido del mundo podría inspirar nuevas estrategias biotecnológicas para crear cultivos capaces de soportar la escasez de agua y las altas temperaturas.

“¿Cómo produce suficiente alimento y realiza la fotosíntesis para sobrevivir en condiciones extremas?”, se pregunta César Pizarro Gacitúa, jefe de conservación de la biodiversidad en la región de Atacama de la CONAF.

Un espectáculo natural y una lección biológica

Cada año, el desierto florido atrae a miles de visitantes fascinados por el manto de colores que emerge del suelo árido. Más de 200 especies diferentes participan en este fenómeno único.

“No todas las semillas germinarán, algunas seguirán esperando. Una parte llegará a la siguiente generación, mientras que otras quedarán atrás en el camino de la vida”, comenta Víctor Ardiles, curador jefe de botánica del Museo Nacional de Historia Natural de Chile.

“En ningún otro lugar del mundo ocurre este fenómeno como aquí, en Chile”, agrega el especialista.

La Cistanthe longiscapa puede representar una esperanza frente a los desafíos del cambio climático. El desierto de Atacama podría, paradójicamente, guardar una de las claves más prometedoras para combatir la sequía global.

*Con información de DW.