Obituario
Un adiós para Jaime Ávila
Murió el artista colombiano Jaime Ávila (1966-2020). Hablamos con sus amigos y sus colegas, y recorrimos su trayectoria para los lectores de Revista Arcadia.
Léenos en Google Discover y mantente un paso adelante con SEMANA

Lo mejor de la personalidad de Jaime Ávila era esa agudeza para hacer reír. Estaba siempre buscando chistes “inteligentes”, para burlarse de todos y de todo, cuando menos alguien lo esperaba, salía con un comentario suelto que hacía la noche. En el lanzamiento de Artbo 2019, en el Teatro Faenza, recuerdo cómo hizo sonrojar al maestro Miguel Ángel Rojas, con cada ocurrencia.
Hoy, el maestro Rojas, su vecino en el barrio La Macarena de Bogotá, se despide de él, reconociendo que con su muerte se va uno de los artistas más importantes de la escena contemporánea del arte colombiano: “Jaime Ávila como amigo fue maravilloso, como artista aún más, estaba en la mitad de su carrera, muy respaldada por todos los proyectos que había hecho, relacionados con lo urbano, con lo concreto, con la realidad, que es una de las líneas que me interesa más en el arte colombiano, más que la abstracción, porque me llama la atención que el artista actúe sobre la realidad, la intérprete, nos haga ver cosas que no vemos cotidianamente, como lo hizo siempre Jaime”.

Como creador, a Ávila le interesaba decididamente la fotografía, aunque en sus series tenía dibujos, pinturas, objetos escultóricos, como una obra de luz de neón, que sugerentemente decía en inglés “eat me” (cómeme), con ese sentido del humor que lo caracterizaba. Las instalaciones también las exploró. Más que soportes o técnicas, tenía preguntas, cuestionamientos, reflexiones que entregaba a través de la plástica, con preguntas sobre el urbanismo, la sexualidad, la desigualdad social.
Nacido en Saboyá, un municipio de Boyacá, Colombia, Ávila decía que cuando era niño vivía en un pueblo muy pequeño, que hoy en día “es aún más pequeño porque la gente se fue y no volvió”. Y es que fue allá, en la fría tierra que lo vio nacer, en 1966, donde comenzó su fantasía de construir ciudades “entre montañas de escombros, rocas y tierra”, como contó varias veces.
“Las dibujaba y pasaba los días jugando con palos y pedazos de cajas, de adolescente dibujé historietas hiperrealistas de ciudades que no conocía; cuando llegué a la gran ciudad a estudiar ingeniería, lo primero que vi fue una ciudad que nunca imaginé hasta entonces”.
Estudió Ingeniería Civil y Artes Plásticas en la Universidad de los Andes de Bogotá, sintiéndose influido por lo que hacía el maestro Miguel Ángel Rojas, como me lo confesó, ya que desde 1985 que entró a estudiar, hasta 1992 que finalmente culminó los estudios, se dio cuenta de que quería contar un país oculto, precario, con problemáticas sociales que algunos trataban de esconder, más que hacer obras estéticamente bellas y cuidadas para decorar algún salón.
Su formación la complementó con residencias, becas y pasantías, como la que hizo en el 2001, en México, gracias a la Secretaría de Cultura de Ciudad de México, FONCA, que le permitió también trabajar desde Tijuana. Ya en 2005, fue el artista invitado por la Universidad de Harvard al David Rockefeller Center para cursar Estudios Latinoamericanos, en Cambridge, Estados Unidos.
Entre la decena de exposiciones individuales y colectivas en las que participó Jaime Ávila, vale la pena recordar cuando representó a Colombia en la XXVI Bienal de São Paulo (2004),lo mismo hizo en la III Bienal de Liverpool, Reino Unido (2004), la II Bienal del Mercosur, Brasil (2000) y en la FIAC de París (1999). En el exterior, exhibió sus creaciones en las muestras ¡No más chicha!, en el espacio Alcuadrado, Bogotá (2009), el Centro de la Imagen de Ciudad de México y la Casa de las Américas de Madrid (2004); Changing the Focus: Latin American Photography (1990–2005), en el Museo de Arte Latinoamericano de Long Beach, EE.UU. (2010); Resurfaced: Contemporary Colombian Art, en la galería Magnan Metz de Nueva York (2011), y Bogotá: City on the Edge, en el Centro de Arte Contemporáneo de Gdansk, Polonia Academy (2005).
Infaltable en el recuento de su obra, su participación en el III Premio Luis Caballero, concursando junto a Danilo Dueñas, María Elvira Escallón, Elías Heim, Juan Fernando Herrán, Ana Patricia Palacios, Víctor Robledo y Carlos Uribe. Entonces, hablamos del año 2003, el artista presentó, en la Galería Santa Fe (hasta ese momento ubicada en el Planetario de Bogotá), una instalación en cartón, usando este material como el soporte como sustento para narrar su figura, su contextura física, su interés en lo matemático, usando 10.000 cubos de cartón vacío, para armar diez metros cúbicos. Cada cara eran fotografías de la arquitectura urbana, de la realidad social del país, de la construcción periférica, entonces narrando lo que pasaba en diez ciudades de América Latina.
Relataba por esos días, cuando atendía a los periodistas que se interesaban en su propuesta, que todo tenía que ver, otra vez, con la infancia: “cuando era pequeño y estudiaba en una escuela en Boyacá pensaba en lo grande que era el mundo, veía las ilustraciones de los viajes de Colón como fantásticas aventuras y lo desconocido”.


Dice Claudia Hakim, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, Mambo, que esa obra y todas sus series comparten una idea de la creatividad, de la exploración con los materiales propia de un ingeniero, su sentido profundo de que este país debía contar historias de las calles: “Admiraba su trabajo, tengo una obra de él, los dibujos grandes de una instalación que hizo de seis fotografías aéreas que al tomarlas parecían pixeles de puntos blancos sobre negro, eran las luces de la ciudad. Lo conocí cuando Juan Gallo lo expuso esa vez y me quedé fascinada con su obra. Me encantan sus obras de los cassettes, siempre mezclaba mucho la fotografía, lo más importante fue su trabajo con la calle, la última exposición fue un homenaje a su papá, que fue sastre, con telas escocesas. Jaime siempre era muy profesional en todo lo que trabajaba, lo teníamos invitado a proyectos en el Museo, pero nos dijo que por problemas de salud prefería esperar”.
“Lamento profundamente la muerte de Jaime, un artista fundamental para la escena nacional que a través de sus instalaciones y fotografías plasmó la escena urbana de nuestro país. Extrañaré su autenticidad y su alegría”, precisa la directora de la Feria Internacional de Arte de Bogotá - Artbo, María Paz Gaviria.
Gloria Posada, artista, curadora y crítica de arte, cierra con una pequeña crónica de su relación con Jaime Ávila: “Conocí a Jaime Ávila en 1991, durante el montaje del I Salón de Arte Joven Santa Fe de Bogotá en el Planetario Distrital, y recuerdo las largas jornadas en el Planetario esperando que nos asignaran un espacio para realizar el montaje. Hicimos un largo trayecto en bus desde Medellín, con recursos de transporte y hospedaje pagados con nuestros ahorros como estudiantes de la Universidad Nacional, para sentarnos días enteros en las bancas del Planetario y hablar con la secretaria quien nos decía que la encargada del Salón estaba enferma. Días después nos asignaron un espacio para las obras, y el último día en la noche cuando ya terminábamos nuestras tribulaciones y todo estaba listo para la inauguración a la mañana siguiente, llegó un joven alto, delgado, sonriente, haciendo chistes, y con un cortejo de chicos y chicas a su alrededor. No recuerdo muy bien si el salón era en octubre, por las fechas de Halloween, pero recuerdo que Jaime Cerón tenía las uñas pintadas de negro porque había asistido a una fiesta de disfraces, y Jaime Ávila llegó a la sala el último día del montaje, con un sombrero de espuma azul marino que era una réplica de la corona de la Estatua de la Libertad… Y yo tan taciturna y melancólica, quedé asombrada por esa personalidad carismática y arrolladora”.
Tal vez le interese leer los siguientes artículos: