5.000 Empresas
Los resultados mejoraron y, ante todo, las empresas muestran mejor capacidad para enfrentar el entorno. La agenda ahora es prepararse para la aceleración de la internacionalización en el resto de la década.

En el año 2002, los empresarios colombianos pudieron dar un respiro. Se siente. En las grandes empresas del país, pagar la nómina ha vuelto a ser un ejercicio rutinario y no una prueba de fuego mensual para los gerentes. De nuevo, la gente está volviendo a pensar con un horizonte de varios años y no de varias semanas. Los datos financieros de las 5.000 empresas más grandes de Colombia, que Dinero presenta en esta edición especial, confirman y explican por qué está pasando esto. Las empresas volvieron a vender y a tener tranquilidad en la caja. Las ventas, el Ebitda y los indicadores, que muestran la fortaleza en generación de ingresos, se están moviendo hacia arriba.
En esta edición anual de Dinero, ofrecemos a nuestros lectores una visión panorámica del mundo empresarial colombiano y una síntesis de las principales tendencias con base en las mejores herramientas de análisis, utilizando la información proveniente de los estados financieros que entregan las superintendencias de Sociedades, Valores, Salud y Subsidio, la Contaduría General de la Nación y la Asociación de Empresas de Medicina Integral. Aparte de las cifras financieras y el ranking de las empresas más grandes del país por ventas y por sectores económicos, presentados en las páginas 38 y 141, respectivamente, esta edición incluye el examen a las tendencias claves en 36 sectores productivos del país (página 65). En el análisis de estas tendencias contamos con la colaboración de Bancolombia y su filial Colcorp. Así mismo, analizamos el comportamiento del segmento pyme (con ventas de hasta $15.000 millones) y las enseñanzas que se han generado en cinco áreas: exportaciones, gestión, calidad, tecnología y financiamiento (página 41). Finalmente, realizamos un análisis sobre la creación de valor en nuestras empresas utilizando la herramienta EVA® (por su sigla en inglés, Economic Value Added) de Stern & Stewart, la firma líder en este tipo de análisis en el mundo (página 48).
¿Cómo se sintetiza este panorama? El buen desempeño de los indicadores es una noticia muy oportuna, porque en un ambiente como este aumenta la probabilidad de que los empresarios tomen sus decisiones con una orientación optimista y se atrevan a hacer cosas fundamentales para el futuro del negocio y del país, como invertir. El sentimiento de alivio se consolida al pensar que los resultados positivos se dieron en un año de altísima incertidumbre. No se puede mirar hacia atrás sin recordar todos los imponderables que rodearon la marcha de la economía en 2002: la amenaza terrorista en el mundo y en Colombia, el cambio de gobierno, la caída del mercado venezolano, las dudas sobre la aprobación de reformas fiscales claves en el Congreso, la crisis de los TES, la incertidumbre frente a la posibilidad de una respuesta de extraordinaria agresividad de la guerrilla al gobierno y una guerra en Oriente Medio, que se demoró más de un año en desatarse después de ser anunciada. Estos son algunos de los factores que marcaron el entorno en que debieron desenvolverse las empresas. Además, finalmente, el producto interno bruto (PIB) de Colombia tuvo un crecimiento modesto, de 1,5%, que no generaba mayores esperanzas sobre el desempeño empresarial.
Dadas esas condiciones, los resultados financieros pueden ser calificados como positivos. Las ventas de las 5.000 empresas crecieron en 4,4% en términos reales en el 2002, al alcanzar $188,2 billones, US$75.000 millones. Si bien este crecimiento fue un poco más bajo que el del año anterior (que había sido de 5% real sobre las ventas en pesos, pues en dólares estas son cada vez menores por el efecto de la devaluación), en esta oportunidad las empresas, en particular las empresas grandes, lograron aprovecharlo mejor.
El crecimiento estuvo distribuido de una manera menos dispersa que en el pasado, de modo que casi todos los sectores tuvieron tasas de crecimiento positivas y similares. De hecho, en el año 2001 las telecomunicaciones y el comercio crecieron mucho, un 22,9% y 15,2% respectivamente, mientras que otros sectores tuvieron caídas fuertes. En 2002, entre tanto, el crecimiento fue equilibrado entre sectores y solamente la construcción, por las dificultades en el segmento de obras civiles, mostró un decrecimiento en ventas de -0,9%.
Por su importancia en materia de contribución al crecimiento en la muestra de las 5.000 empresas, se destaca el desempeño del sector industrial, con un crecimiento de 4,1% en términos reales, el agropecuario 5,7%, los servicios 4,6% y el comercio 3,8%. También es importante la recuperación en minería (11,7%) e hidrocarburos (6%).
Además, lo que es muy importante, los balances muestran que las empresas dieron mejores utilidades al final, con un crecimiento agregado de 30% de la utilidad neta final, al alcanzar $5,2 billones en 2002, y con mayores márgenes que en los años anteriores.
El año muestra que las empresas aprendieron a manejar mucho mejor la liquidez y la caja que en el pasado. A pesar del modesto crecimiento en ventas, el incremento en el margen bruto en las empresas grandes es sustancial, pues pasó de 27,4% en 2001 a 29,9% en 2002. Este margen resulta después de restar de los ingresos los costos directamente relacionados con las ventas. Y finalmente el indicador Ebitda, que captura el flujo de caja antes de amortizaciones, depreciaciones y gastos financieros, y mide el potencial de generación de ingresos líquidos que tiene un negocio, creció en 32%, muy por encima del incremento en las ventas. El Ebitda pasó a ser el 12,2% de las ventas, un nivel que no se veía en el país desde antes de la crisis de 1999.
La situación para las empresas más pequeñas, sin embargo, fue menos positiva, pero de todas maneras mejor que en el pasado. Las empresas intermedias (con ventas entre $15.000 y $30.000 millones) tuvieron un crecimiento en ventas muy similar al de 2001, de 4,3%, y las pequeñas (con ventas de hasta $15.000 millones) cayeron -4,2% en ventas, una tasa inferior a la registrada en 2002 (-6%). Estas empresas tienen niveles de eficiencia que no se comparan con los de las grandes y el resultado es que el indicador de Ebitda sobre ventas apenas está un poco por encima del 6,0%. Curiosamente, a todo lo largo de la crisis este indicador se mantuvo en un nivel relativamente estable en las empresas pequeñas, sin la fuerte caída que registraron las empresas grandes, pero también sin alcanzar los elevados niveles que están logrando estas últimas ahora.
Este desempeño tan diferente entre los dos grupos de empresas podría indicar un complicado patrón de desarrollo hacia el futuro, en el cual las empresas grandes les toman una ventaja amplia a las demás en términos de eficiencia, lo que les permitiría mejores márgenes, mayores posibilidades de inversión y más eficiencia y las llevaría por caminos cada vez más divergentes. Es indispensable que los empresarios pyme entiendan la importancia de no quedarse atrás en esta dinámica, o su competitividad podría verse afectada seriamente a la vuelta de un tiempo corto.
Aumenta el endeudamiento
Hay otro cambio importante en los resultados financieros del año 2002. Se trata del regreso de la deuda. Las empresas están volviendo a acercarse a los bancos a pedir prestado. Eso debería implicar que están encontrando proyectos que justifican el esfuerzo y el riesgo.
En las empresas grandes, el valor de la deuda creció en 17% en términos reales y en las empresas pequeñas creció en más de 13%. En las empresas grandes, los gastos financieros más que se duplicaron como proporción de las ventas en comparación con el año 2001 y llegaron a un nivel incluso más alto que el que tenían antes de desatarse la crisis de 1999. Incluso en las intermedias este porcentaje creció y en las pequeñas detuvo su caída. De la misma manera, volvió a caer el Ebitda expresado como proporción de los gastos financieros, cuando venía levantando su nivel durante casi tres años seguidos, desde el punto más agudo de la crisis.
Todo esto confirma que la demanda de crédito por parte de las empresas está retornando. No sobra advertir que es importante que los empresarios no pierdan la prudencia en este campo. A nadie le conviene que las empresas no vayan al banco, como ocurrió en los tres años anteriores, pero un crecimiento demasiado rápido de la deuda podría implicar problemas en el futuro. Hay otras alternativas para alentar la expansión de los negocios, como conseguir capital fresco para inversión por medio de nuevos socios estratégicos. Las empresas, por ejemplo, también podrían abrirse y aprovechar el crecimiento reciente de la Bolsa de Valores de Colombia. Si no se favorece esta ruta, las empresas colombianas no podrán crecer al ritmo que requiere el país. Por tanto, habrá que estar pendientes de cómo va a influir este desarrollo en materia de endeudamiento en los indicadores de liquidez.
Vale la pena anotar que en las grandes empresas el tipo de endeudamiento que crece con mayor rapidez es el de corto plazo. Esta preferencia por el corto plazo o los préstamos de tesorería no es necesariamente un indicador de bajo deseo de comprometerse en proyectos de largo alcance, pues lo cierto es que este tipo de deuda es relativamente más barato. También podría ocurrir simplemente que las grandes empresas saben que en un mercado donde la demanda por crédito es escasa, ellas pueden entrar y salir en el momento en que prefieren, renovando las deudas en períodos cortos. Esto les permite aprovechar la tendencia de tasas de interés bajas y estables. Por su parte, en las empresas pequeñas el endeudamiento que aumenta con mayor velocidad es el de largo plazo, lo cual es un resultado muy positivo.
En este momento, las empresas deben valorar lo que han logrado en términos de superar angustias, ganar productividad y margen de maniobra, y tomar impulso para desarrollar las grandes decisiones de las cuales depende su futuro. La salida de la crisis se basó en reducir costos, pero el crecimiento futuro dependerá de conquistar mercados. Para eso, hay que invertir. Esta tarea no solamente requiere dinero y decisión, sino también intuición para estar allí donde los mercados van a ubicar su demanda a la vuelta de unos años. La liquidez de hoy es apenas un respiro. Si no aprovechamos el tiempo para prepararnos ante la feroz competencia que traerá la reducción de barreras al comercio que viene en el próximo lustro, la crisis de comienzos del milenio va a parecer apenas un ensayo general de algo mucho más grave e irreversible.
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