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Acaso involuntariamente

Me dirijo a usted como miembro que soy de la junta directiva de la ópera desde hace 25 años.

Fernando Toledo
9 de septiembre de 2002

Me dirijo a usted como miembro que soy de la junta directiva de la ópera desde hace 25 años. Una vez más, la objetividad del columnista de música de SEMANA se pone en evidencia: en la edición #1.061 de la revista, citó como las grandes iniciativas de la historia lírica colombiana la fundación, por parte de Alberto Upegui, de una temporada estable en 1976, y el empeño de Francisco Vergara por incorporar a la misma a los más serios profesionales alemanes. Tiene razón en parte, pero acaso involuntariamente o tal vez en otra demostración de las animadversiones, tan propias del periodismo de calibre, no mencionó, de manera evidente, que el motor de la ópera en Colombia ha sido Gloria Zea. Desde la dirección de Colcultura ella hizo posible el establecimiento de una temporada, y un año más tarde vinculó a Francisco Vergara, con quien, en un trabajo de equipo, trajo al país los más prestigiosos nombres de la puesta en escena europea.

El conspicuo columnista olvida que en 1991, cuando la ópera llevaba tres años enterrada a causa de decisiones gubernamentales, Gloria Zea se empeñó, a través de una fundación privada y sin ánimo de lucro, en la tarea de revivirla. Eso le permitió a nuevos profesionales del canto como Juanita Lascarro, Luis Fernando Tangarife, Valeriano Lanchas, Diver Higuita y Juan José Lopera, entre otros, todos ellos hoy día figuras internacionales, disponer de un espacio en el país. Los frutos de esa obstinación están a la vista: en su segunda etapa la Opera de Colombia, desarrolla por estos días su duodécima temporada, lo cual significa que la señora Zea ha dirigido la nada despreciable suma de 19 temporadas de las 23 que se han realizado desde el 76, mal que le pese al olvidadizo.

Fernando Toledo

Bogotá

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