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DE MONSEÑOR DARIO CASTRILLON

3 de junio de 1996

He leído en la revista SEMANA, de la cual soy suscriptor, en el #727, del 9 de abril de 1996, el artículo titulado: 'Iglesia, palabra de Dios', que atribuye a monseñor Darío Castrillón Hoyos, una afirmación que no ha hecho y que causa desconcierto y grave perjuicio moral. Al respecto hago unas precisiones:1º. Decir que con el dinero del delito no se puede obtener el poder, Legislativo o Ejecutivo en el caso, no es una afirmación política sino la proclamación de una verdad de la moral católica. Las providencias de los jueces y los documentos que conoce la opinión pública no dejan lugar a duda de que esto ocurrió en las pasadas elecciones en Colombia. Este es, desde el punto de vista ético, un baldón histórico.2º. Si en 1982 el obispo Darío Castrillón Hoyos pidió no votar por el conservador Alvaro Gómez Hurtado, porque en la campaña del candidato se ofrecía vía abierta al divorcio; en 1994 pidió no votar por el candidato liberal Ernesto Samper Pizano, porque en la campaña se abría luz verde para el aborto y para peligrosos enfrentamientos religiosos.3º. No es cierto que el entonces obispo de Pereira haya estado 'visitando' al narcotraficante Carlos Lehder, en la Posada Alemana. Cosa muy distinta es que haya aceptado la invitación hecha por otras personas a un encuentro de impulso al turismo regional y que ocasionalmente haya encontrado, en ese sitio al señor Lehder, de quien jamás, con ningún propósito ni por ningún motivo, recibió dinero. Es esta una burda calumnia y ya el doctor Rodrigo Rivera hizo la debida rectificación.4º. Dice SEMANA que el arzobispo de Bucaramanga afirmó que "él nunca había conocido ni recibido dinero de Lehder". Es cierto que no recibió dinero pero es falso que hubiera afirmado que "nunca había conocido a Lehder". Esta afirmación de SEMANA la considero lesiva de mi credibilidad, porque si se coteja con la foto, Darío Castrillón aparece mintiendo y pierde una credibilidad que es básica para el ejercicio de su ministerio.Estar en una foto no es bendecir ni recibir dinero de nadie, menos aprobar su conducta. Como obispo, porque es parte de mi ministerio, no niego el diálogo a ninguna persona, ni es mi estilo romper las cámaras fotográficas. Perdono al señor Castillo todos los sinsabores que me ha proporcionado y la confusión que ha sembrado, seguramente sin proponérselo, al publicar esta fotografía ocasional.5º. Estos episodios no silenciarán mi voz para repetir: con el dinero del crimen no se puede obtener el poder y si se ha obtenido, aun sin saberlo, no se puede conservar su ejercicio, que mancha el honor de la República y es dañino para el presente y el futuro de la democracia. Darío Castrillón Hoyos

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