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DEL CORONEL BERNARDO RUIZ

1 de noviembre de 1999

Atendiendo la solicitud que me cursara su revista por intermedio de una destacada
periodista, accedí a dialogar con el fin de dar a conocer a la opinión pública aspectos diferentes a los
comúnmente publicados, y otros relacionados a la parte humana y profesional, aspectos estos que no se
dieron.
Al leerlo, aprecio más que inconsistencias, conceptos incompletos que podrían malinterpretarse por parte
de quienes en alguna oportunidad fueron mis superiores, n en su rectitud profesional, para que de una vez
por todas, intervenga personalmente en este proceso de sórdidas conjuras. Nunca quise expresar que "el
grupo cazador era organización impuesta por el mando", manifesté que en julio del año 91, el mando había
ordenado la reestructuración de la Inteligencia Militar, mediante una directiva y las tablas de organización y
equipo (TOE), donde se incluía una compañía que se denominó de 'Apoyo de operaciones de
inteligencia' (Caoi), que fue la que posteriormente denominaron 'cazador'. Nombre dado a discreción de sus
integrantes.
Tampoco "que hay un militar metido en esto", al referirse sobre el magnicidio del doctor Alvaro Gómez;
manifesté que lo desconocía, de pronto pudiera haberlo, pero no solo un militar, sino cualquier otra persona
de la fuerza pública u organismo de seguridad del Estado. Tampoco he afirmado que el coronel Castro haya
"donado" documentos, sino elaborado éstos, según me enteré por publicaciones y declaraciones que diera el
mismo oficial en su oportunidad, en esta misma revista. Soy consciente que ustedes no son la autoridad
competente ante los estrados judiciales, para juzgar a un sindicado y determinar su culpabilidad o inocencia,
pero sí son influyentes y determinantes ante los estrados de la picota pública, para favorecer o poner en tela
de juicio la reputación de una persona, en la opinión conciudadana e internacional.
Bernardo Ruiz Silva
Sibaté (Cundinamarca)

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