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HABRA NUEVAS REUNIONES

7 de octubre de 1996

Como rectificación a la crónica de SEMANA edición #746 que abarca el lapso del 20 al 27 de agosto en curso, sobre un supuesto golpe de Estado, me permito dirigirle la presente.
No es cierto que la Academia de Historia Naval Almirante Padilla hubiera invitado a una reunión al doctor Alvaro Gómez Hurtado, para dialogar sobre asuntos políticos extraños a su carácter. El doctor Gómez Hurtado nunca fue invitado a esta Academia y nunca participó en sus labores, exclusivamente históricas y de algún alcance científico.
Coordiné sí, como presidente de la Academia Bolivariana, que estudia y divulga el pensamiento y la obra del Libertador y que lucha por la independencia y el honor de los pueblos que su genio elevó a la condición soberana, un grupo de estudio sobre las causas y amenazas de la crisis que ultraja nuestra patria. En reuniones públicas, en los hoteles Bogotá Royal, Casa Medina, Bogotá Plaza y Nueva Granada, y en las Residencias Tequendama, se cumplieron estas reuniones, en 1995 y 1996. Entre otras personalidades asistieron Víctor Mosquera Chaux, Alvaro Uribe Rueda, Felio Andrade Manrique, Diego Tovar Concha, Ramiro de la Espriella, Luis Carlos Sáchica, Jesús Bejarano, Pablo Victoria, Marino Jaramillo Echeverry.
Se habló de la crisis y de los caminos de la alternativa consecuente. Entre estos el gravísimo de la continuidad del presidente Samper, el de su renuncia y su sustitución por el vicepresidente Humberto de la Calle Lombana (tozudamente defendido por el doctor Bejarano), el del nombramiento de un gabinete militar y el de la declinación del mando ejecutivo en la respectiva cálida delegataria; y, desde luego, el de la posibilidad que siempre se contempla cuando vemos llegar una última hora, de una drástica intervención de las Fuerzas Armadas, máxima reserva de las esperanzas nacionales. Sobre estos temas también fueron consultados Horacio Serpa Uribe y Camilo Zúñiga Chaparro. El primero lo repitió con su gentil pero equivocado carácter, que consideraba inocente a Ernesto Samper y que además sabía que tiene las mayorías populares. El segundo nos escuchó y nos expresó sus justificadas preocupaciones. No se realizaron contactos con el embajador de Estados Unidos, señor Myles Frechette. Tampoco con delegación alguna del Perú u otros países. Se cumplió activo intercambio de opiniones procedentes de quienes no hipotecan la conciencia y, por lo mismo, no han brindado apoyo a la iniquidad del régimen; por lo cual, cuando el Estado padece bajo el control del delito, consideran un deber pensar contra semejante oprobio y buscar la meta de la justicia. La muerte del doctor Alvaro Gómez Hurtado fue un crimen de Estado. Así lo escribió el designado Juan Manuel Santos en El Tiempo, en noviembre de 1995, cuando anotó que lo habían asesinado los narcotraficantes de Cali para permitir a Samper continuar en la Presidencia. Con posteridad al asesinato Samper se afirmó en el gobierno. Fue absuelto en prevaricato indudable de sus partidarios de la Cámara de Representantes, que recibieron caudalosas sumas de dinero a cambio de dicho delito, conforme afirmaron mujeres ejemplares, Ingrid Betancur y María Paulina Espinosa, por ejemplo; y ha logrado en contraprestación a su obligada y penosa sumisión que desde Estados Unidos se le tolere, así el presidente Clinton y sus colaboradores aparenten atacarlo con fines electorales inmediatos. Cuando retorne a esa capital procuraré realizar nuevas reuniones. Confío en que a pesar del miedo causado por el crimen de Estado de la muerte de Alvaro Gómez Hurtado crimen que hace evidente que el régimen mata haya compañeros de la categoría de los mencionados en esta carta, para proseguir en la lucha y derrotar la infamia momentáneamente victoriosa.
Hugo Mantilla, Presidente de la Academia Bolivariana Bucaramanga

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