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Hombre y animal, hermanados

En su interesante crónica 'Los perros de la guerra', edición #1.067, nos muestran cómo los perros labrador son un complemento esencial en la humana acción de localizar los explosivos

Jorge Arbeláez Manrique
20 de octubre de 2002

En su interesante crónica 'Los perros de la guerra', edición #1.067, nos muestran cómo los perros labrador son un complemento esencial en la humana acción de localizar los explosivos regados por los grupos terroristas. Hermanados, el hombre y el animal, luchan por desmontar, con un enorme riesgo, el más cruel e infame medio de vulnerar, indiscriminadamente, a cualquier ser humano.

Entre los seres asesinados o lesionados, los niños campesinos son frecuentes víctimas de su curiosidad. Encuentran, en sus recorridos por el campo, minas quiebrapatas y granadas, artefactos de apariencia inofensiva para su inocencia. Al removerlos, explotan repentinamente, y les causan la muerte o daños irreversibles que los afectarán para el resto de su vida.

Mucho daño se podría evitar si el Ministerio de Educación, en consorcio con Unicef y el Icbf diseñaran y distribuyeran en las escuelas rurales y sitios públicos de municipios y veredas, carteles con las imágenes de los diferentes explosivos para alertar a niños y adultos sobre el peligro de manipularlos y la necesidad de avisar a las autoridades cuando se topen con cualquiera de estos artefactos. Además, se justificaría dar una retribución monetaria, o en útiles escolares, a los adultos o niños que denuncien su existencia.

Jorge Arbeláez Manrique

Cali

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