Semana de sensibilidades

Humberto de la Calle no fue el único funcionario molesto por la falta de protocolo del gobierno al no haberle informado que su puesto, la embajada ante la OEA, le había sido ofrecido a Horacio Serpa.

7 de diciembre de 2002

Humberto de la Calle no fue el único funcionario molesto por la falta de protocolo del gobierno al no haberle informado que su puesto, la embajada ante la OEA, le había sido ofrecido a Horacio Serpa. Algo parecido le sucedió al embajador designado en París, Miguel Gómez, a quien no le pareció muy lógico no haber sido incluido en la lista de personalidades con quienes se reuniría el Canciller francés en su reciente visita a Bogotá. Pero si en el gobierno hubo personas sorprendidas también en la oposición hubo quienes se incomodaron. Alfonso Gómez Méndez no estaba muy contento con el hecho de que Horacio Serpa hubiera asistido al lanzamiento del libro de Saulo Arboleda, Secretos del miti-miti, en el cual el ex ministro arremete ferozmente contra el ex fiscal.