Farina estudió en una escuela pública de Bello. Ahí se enamoró de la música y pudo potenciar sus habilidades en el canto y la danza. | Foto: Mateo Londoño

MÚSICA

La ciudad del ‘flow’ donde Farina aprendió a cantar

La joven artista, conocida por su participación en ‘Factor X’, asegura que su éxito se lo debe a Bello y al barrio Niquía, donde creció. Hoy tiene contrato con Sony Music.

16 de julio de 2018

Durante su infancia le gustaba hacer bromas. Se divertía tocando las puertas de las casas de Bello con su amiga Nohorita para luego, antes de que el dueño abriera, salir corriendo. El tiempo también se le iba saltando lazo, jugando a las escondidas y haciendo fiestas de agua con mangueras y bombas en las calles de Niquía, un barrio que apenas estaba floreciendo y donde pasó su niñez y adolescencia. En sus locuras participaba ‘O’, otra de sus parceras de juego, a quien le decían así porque era muda.

Farina y sus primos Pablo, David, Luisa y Luis volvían locos a los vecinos con la banda que montaron. Una batería de ollas de su abuela eran los instrumentos que tocaban en medio de risas, cantos y gritos. “Teníamos a la señora del primer piso aburrida”. Farina estudió en una escuela pública de Bello llamada Fe y Alegría. Ahí se enamoró de la música y pudo potenciar sus habilidades en el canto y la danza. Hacía parte del coro del colegio. Y en una ocasión, recuerda, la llevaron a una presentación en la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, pero tuvieron que quitarle el micrófono porque “cantaba tan duro que casi dejo sordos a todos”.

Cuando no estaba estudiando ni haciendo bromas se comía todas las bananas split que podía en Helados Lulú. Tuvo una infancia feliz. “Gracias a esa niñez de la que disfruté conocí la música. Ahí arrancó mi sueño, el sueño que estoy cumpliendo hoy”.

Tener el ‘factor’

“Mira, yo tengo una hija que canta, por favor déjala interpretar así sea una canción”, suplicaba la mamá de Farina a la organizadora de un evento que se estaba realizando en el parquecito de Bello. La joven se asomaba por detrás de su madre con las manos en posición de oración pidiéndole que lo hiciera. Y así fue.

Pero no subió sola al escenario. Durante su adolescencia hizo parte de un grupo de hip hop que formó con dos amigos de Quibdó. Juntos dieron su primer concierto. Se puso un sombrero y sus compañeros unas chaquetas que les quedaban grandes. Fueron solo dos canciones con micrófonos de cable, sudaron, gozaron, y ahí arrancó su historia en la música urbana.

Bello es una cuna de artistas, asegura. “Cuando ven a alguien con talento que toca la puerta, automáticamente se ponen pa’ ti. Esa gente no juega. Talento que ven, talento que apoyan”. Y así fue con ella. Gracias al alcalde de la época pudo viajar en 2005 para participar en el concurso televisivo el Factor X, así Colombia conoció su voz. Trece años después firmó contrato con Sony Music y participó de la gira Golden del rey de la bachata, Romeo Santos.

A pesar de su éxito, esta cantante de 31 años no se olvida del lugar que la vio crecer. La cotidianidad de sus calles, la gente trabajadora, luchadora y soñadora, fue la inspiración de muchas de sus letras. “A este municipio le debo el ‘flow’ que tengo. Para hacer música urbana se necesita haber vivido en la urbe, y Bello es eso”.

Cada vez que regresa se siente orgullosa del progreso de la ciudad. “Hoy es otra historia. La infraestructura y la seguridad han mejorado, en las montañas hay casas impresionantes, centros comerciales y en Navidad la gente cada vez es más responsable con el licor y la pólvora. El cambio se ha notado”.