Esta intervención social forma niños y niñas entre 6 y 18 años en conocimientos de lectoescritura musical y otras destrezas. | Foto: Cortesía Fundación Batuta

CULTURA

La Fundación Nacional Batuta y su Música para la Reconciliación

Este programa les brinda formación musical a los niños y jóvenes de todo el país. En Bello se ven sus resultados. Está comprobado, quienes crecen con este arte, son mejores personas.

María Claudia Parias Durán*
16 de julio de 2018

Todas las tardes, en el kilómetro 7 de la antigua vía a Guarne, en el municipio de Bello, 150 niños y adolescentes en condiciones de extrema vulnerabilidad llenan el Centro de Educación Integral Las Cometas con sus sonrisas. Se les nota la felicidad durante las clases de música con el profesor Óscar Gómez Marín. Ya se han vuelto habituales las algarabías de Geraldín, Alexis, Valentina, Nayeri y John Jairo; las indicaciones prácticas de Liliana Muñoz, la asistente administrativa, y las voces de aliento de Yuliana Urrego, profesional en gestión social. En medio de la ilusión que generan las melodías, se busca entender y atender las tristezas y dificultades de los jóvenes participantes, escuchar y actuar frente a las preocupaciones y necesidades de sus familias y el entorno inmediato de cada uno de estos niños.

Así es el programa Música para la Reconciliación de la Fundación Nacional Batuta, que en asocio con el Ministerio de Cultura ha logrado, desde su implementación en 2009, cambiar la geografía humana en municipios de todo el país gracias al poder transformador de este arte, especialmente en aquellos lugares donde el conflicto tuvo un papel protagónico y en donde los efectos de la violencia afectan el desarrollo integral de los menores de edad.

Música para la Reconciliación es una intervención social que se basa en la formación de niños y niñas, entre los 6 y los 18 años, quienes adquieren conocimientos de lectoescritura musical y destrezas básicas para el desarrollo motriz, rítmico, auditivo y vocal a través de la práctica colectiva musical. El acompañamiento psicosocial contempla actividades como cineforos, jornadas de animación de lectura, talleres para los participantes y con las familias, comités de veeduría, y visitas domiciliarias. Esta fórmula propicia el crecimiento socioafectivo, promueve la creatividad y desarrolla el lenguaje musical y la práctica instrumental.

Sus efectos también contribuyen a la construcción de ciudadanías culturales. La práctica musical, como un derecho para todos, tiene relación con la promoción del conocimiento en igualdad de condiciones, reconoce el valioso papel de los niños y niñas en la construcción de nuestra sociedad.

Esto lo demuestran las investigaciones realizadas por la Fundación Nacional Batuta y sus organizaciones: se ha comprobado que los niños y jóvenes que tienen acceso a la formación musical son más independientes, gozan de una mayor determinación y autoestima que otros grupos similares que no la recibieron. Así mismo, sobresale su capacidad de liderazgo, resiliencia y de trabajo en equipo. Los resultados en las pruebas de Estado también son mejores en áreas como ciencias sociales, matemáticas, física y lenguaje.

Desde su creación en 1991, Batuta ha generado oportunidades para que los niños y jóvenes alcancen un mayor potencial individual a través del aprendizaje de la música y la incorporación a su ser y a su estar por medio de valores como el trabajo en equipo, la solidaridad, la disciplina, el respeto y la valoración de la diversidad.

*Presidenta Ejecutiva de la Fundación Nacional Batuta.