En una capilla discreta a la izquierda de la entrada de la basílica del Señor Caído hay una Virgen de piel oscura y traje dorado que carga a su hijo en el regazo. Ella porta en la mano derecha una esfera que representa el mundo. | Foto: Especiales Regionales

OPINIÓN

La olvidada Virgen Morena de Monserrate

A un costado de la capilla principal de Monserrate, donde miles de feligreses llegan a adorar al Señor Caído, se encuentra la Vírgen Morena de Monserrat, un símbolo que es puente entre la historia colombiana y la catalana. Así lo explica la periodista Margarita Rojas.

Margarita Rojas*
15 de julio de 2019

Entran con paso apresurado por la nave central, con la respiración agitada por cuenta del esfuerzo en el ascenso o por el simple efecto de estar a 3.152 metros de altura, con la mirada ansiosa clavada en el fondo del altar donde se encuentra el venerado Señor Caído. Por eso, entre los miles de peregrinos católicos y turistas que visitan cada día el cerro de Monserrate, a ella son más bien pocos los que la han visto.

En una capilla discreta situada a la izquierda de la entrada de la basílica, hay una Virgen de piel oscura y traje dorado que carga a su hijo en el regazo y que porta en la mano derecha una esfera que representa al mundo. Es la Virgen Morena de Monserrat, o ‘Moreneta’ –como le dicen en Cataluña–, una de las más veneradas en Europa. La razón de su presencia: nuestro Monserrate debe su nombre al milenario monasterio benedictino enclavado en la montaña del mismo nombre en España, que significa monte aserrado. Y es que el santuario bogotano, tal como el catalán, estaba dedicado a La Moreneta.

Desde 1620 el cerro era un lugar de peregrinación asociado a la celebración de la fiesta de la Santa Cruz en la parroquia de Las Nieves. Hacia 1650 una prestante familia inició la construcción de la iglesia. Las autoridades eclesiásticas autorizaron también levantar un eremitorio: un lugar de residencia de frailes ermitaños. Querían unir la devoción a la cruz con la devoción al santuario de Monserrat. Por eso, una gran Virgen morena presidía el altar. Sin embargo, una escultura del Señor Caído en los azotes, encargada al artista Pedro de Lugo Albarracín, resultó tan realista y conmovedora que empezó a despertar la devoción de los fieles hasta convertirse en su patrono.

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La Moreneta desapareció en 1711, durante obras de reparación de la ermita, y con ella parecía también borrarse el lazo con España. Monserrate cobró importancia por sí mismo, mientras que el nombre lo hizo por su propio y cachaco significado.

Pero ya terminando el siglo XX, en la década de los noventa, según el relato de monseñor Juan Miguel Huertas, historiador y canónigo de la Catedral Primada de Bogotá, surgió la idea de recuperar la advocación del santuario. Entonces monseñor Agustín Otero, obispo auxiliar de Bogotá, escribió a los benedictinos de Monserrat para pedirles una réplica de La Moreneta. En 1995 la imagen regresó a las tierras de lo que alguna vez se llamó el Nuevo Reino de Granada y desde entonces está en esa pequeña capilla lateral.

No es muy antigua, pero tiene todo el simbolismo de aquel mítico lugar catalán, descrito por el capitán Cristóbal de Virués en su poema El Monserrate: “Los divinos sucesos y grandezas/ del sacro milagroso monasterio/ las heroycas hazañas y proezas/ que en él ha obrado el celestial imperio”.

Por eso, aunque la cita con el Señor Caído apremie, vale la pena levantarse para reparar en ella.

*Directora de Información Internacional de Caracol Televisión.