| Foto: Julián Galán

Carbón en contexto

Así se hace la buena minería en Colombia

La minería de carbón se ha convertido en un modelo a seguir para otras industrias extractivas por estar en su mayoría formalizado y cumplir con los más altos estándares medioambientales.

11 de agosto de 2017

La minería de carbón es un modelo por seguir para otras industrias extractivas en el país. Es un sector formalizado en gran medida, y se desarrolla cumpliendo los más altos estándares medioambientales.

No se trata de un discurso retórico: hay hechos que lo demuestran. En los yacimientos de carbón más grandes de Colombia es visible un proceso de recuperación del territorio basado en lo técnico.

En el caso de La Guajira, se ha dado un ejemplo de minería bien hecha en el desarrollo de la industria carbonífera, que se destaca por un manejo responsable y cuidadoso. Después de las intervenciones y contando con un acompañamiento científico, especies de la zona han sido reincorporadas y se han logrado preservar ecosistemas y la biodiversidad de la región; incluso se han restablecido áreas que estaban deforestadas o que habían perdido parte de su naturaleza.

Este es uno de los aportes que ha hecho la minería grande de carbón en términos de desarrollar un recurso de manera responsable, garantizando que los procesos de cierres de minas y de recuperación de las áreas sean técnicos. Su ejemplo no se ha limitado al país, gracias a que han definido los estándares de la explotación y recuperación de áreas muy superiores, que han servido de modelo para extender la industria a nivel global.

Las empresas mineras carboníferas se han adherido a estándares internacionales como los Principios Voluntarios en Seguridad y Derechos Humanos, las Normas de Desempeño IFC y del Banco Mundial para identificación de impactos, manejo de reasentamientos y relacionamiento con grupos indígenas, y los 10 Principios del Pacto Global.

De igual forma, Colombia es el primer país en implementar los Principios Rectores de las Naciones Unidas en Derechos Humanos gracias a la participación voluntaria del gobierno nacional, Cerrejón, Drummond y Prodeco en su Plan de Acción.

Las dos vías del carbón

En Colombia, la industria extractiva de carbón se amplía en dos vías diferentes. La mayor es la industria de carbón legal, con grandes inversiones de capital, regida bajo la lógica de intervenir, explotar y restablecer el territorio.

La otra vía es la minería artesanal, de socavón, producida a pequeña escala de manera informal, y en algunos casos ilegal. Sus yacimientos son atractivos porque cuentan con un enorme poder calórico y están localizados en el interior del país, en Boyacá, Cundinamarca y una parte de Norte de Santander y Santander.

Allí tenemos un gran desafío: la formalización. El reto es que se extraiga legalmente, de manera responsable y con altos estándares: que los mineros tengan protección de riesgos para preservar sus vidas, y que cuenten con los elementos técnicos para reaccionar en casos de emergencia. En ese sentido, hay mucho por hacer.

A buen ritmo

Si bien estamos en un momento de transición, en el cual el planeta se está adaptando al riesgo derivado del cambio climático que está llevando al uso de nuevas fuentes de generación de energía eléctrica, los países desarrollados aún exigen el uso del carbón. Mientras el consumo se mantenga y los mercados demanden el mineral, seguiremos siendo grandes productores.

Los argumentos de venta hablan por sí solos: el carbón colombiano es de buena calidad y reconocido por su poder calorífico de 14.000 Btu, mientras el promedio mundial es de 4.000 Btu. Adicionalmente cuenta con bajo contenido de cenizas y pocas emisiones de dióxido de azufre, lo cual genera menor contaminación.

Así mismo, Colombia tiene el 46 por ciento de las reservas de carbón bituminoso y antracítico de América Latina, con 6.746 millones de toneladas de reserva probadas, las cuales representan el 1,64 por ciento de las reservas mundiales.

Colombia está exportando carbón a países como Alemania, Holanda, Reino Unido, Italia y Suiza, siendo Europa el principal comprador. Las ventas externas han crecido: en 2016 ascendieron a 85,1 millones de toneladas, que equivalen a 4.638,8 millones de dólares. En 2015 se vendieron 74,7 millones de toneladas por un valor de 4.560 millones de dólares.

En materia de producción las noticias son muy buenas. Los datos de la Agencia Nacional Minera señalan que en 2016 se alcanzaron las 90,5 millones de toneladas, una producción histórica. En 2017, el carbón sigue creciendo y en el primer trimestre del año reportó 22,2 millones de toneladas, un 3 por ciento más que las 21,5 toneladas producidas en el mismo periodo del año pasado.

Estamos en un escenario de precios estables, con unas cifras récord en producción y una visión para ese mercado relativamente positiva para los próximos años. Además, contamos con los recursos, y desde el Estado, a través de los estímulos de la Reforma Tributaria a la inversión, se están dando señales claras para adelantar los planes de inversión e intensificar las inversiones de capital y así aumentar los niveles de producción en el sector antes de que se dé la sustitución con otras fuentes de energía. Por lo pronto, la minería de carbón tiene larga vida.