Por nuestros aranceles, la compra e importación de aeronaves resulta un 50 por ciento más costosa que en los países desarrollados. | Foto: Unsplash

OPINIÓN

Viajar en avión no debería ser un ‘lujo’ para los colombianos

Pero aún lo es. ¿Cómo cambiar esta realidad? ¿Cómo bajar los costos operacionales? ¿Qué hacer para mejorar nuestra infraestructura aérea? Eso se pregunta el senador Richard Aguilar, en esta columna.

Richard Aguilar Villa*
20 de mayo de 2019

Un siglo después del despegue de las primeras aeronaves en Colombia, nos asaltan varias dudas sobre la denominada “aviación general”. ¿Qué tanto respaldo tiene por parte del Estado para su óptimo desarrollo y crecimiento? ¿Está llevando conectividad a las regiones más apartadas del país? ¿Está dinamizando otros sectores?

Quizás usted se pregunte, ¿y esas no son las funciones de Satena? Tal vez lo fueron. Pero hoy, con los cambios en su naturaleza jurídica, esta dejó de ser una aerolínea estatal que cubría los antiguos territorios nacionales, para convertirse en una empresa de naturaleza mixta, más preocupada por operar rutas entre ciudades capitales, que generen utilidades.

Detrás de esta triste realidad subyacen tres problemas por resolver. El primero, la falta de una normativa moderna, eficiente y cercana a la industria. Aunque vemos con agrado el interés de la Aerocivil por modernizar el Reglamento Aeronáutico Colombiano, este proceso debe llevarse a cabo de una manera más rápida y efectiva, aterrizándolo a nuestra realidad comercial y social sin sacrificar su responsabilidad regulatoria.

En segundo lugar, a veces da tristeza ver nuestra insuficiente infraestructura. Recuerdo las subutilizadas pistas de Aguachica, Ocaña y Mompox, que tienen entre 1.000 y 1.300 metros de longitud, lo que técnicamente impide el aterrizaje de aeronaves de 30 sillas o más, que son las que realmente pueden brindar un servicio aéreo eficiente y rentable. Para ello se requieren plataformas de por lo menos 1.600 metros.

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Finalmente, nos perjudican los altos costos operacionales. Por nuestros aranceles, la compra e importación de aeronaves resulta un 50 por ciento más costosa que en los países desarrollados. A esto hay que sumarles los costos dolarizados como repuestos, seguros, el entrenamiento de pilotos y el alto precio del combustible. Algo similar sucede con los costos de los aeropuertos que, si bien se privatizaron, debemos regularlos de mejor forma.

En Colombia tenemos que desarrollar una política pública que permita dinamizar el sector, de tal forma que transportarse en avión no represente un lujo o una excepción a la regla para nuestros ciudadanos, sino una garantía que les ofrece el Estado para estar interconectados con todo el territorio, en condiciones de equidad.

*Senador de la República