En estos tres años se han legalizado 39.509 predios beneficiando a miles de familias campesinas. | Foto: Santiago Escobar Jaramillo

OPINIÓN

“A los campesinos les debemos todo”: Agencia Nacional de Tierras

La ANT sigue su trabajo de entregar más predios a los habitantes rurales que los esperan.

Miguel Samper*
3 de mayo de 2018

“Del dicho al hecho hay mucho trecho”. Eso nos decían en cada región de Colombia que visitábamos, durante los primeros meses de la Agencia Nacional de Tierras. Pocos creían en nuestra fórmula para acelerar los trámites de entrega de predios.

Había muchas razones para ese escepticismo. Teníamos más de 180.000 solicitudes de adjudicación de baldíos sin tramitar, 35.000 peticiones para formalizar fincas (que no avanzaban); más de 900 solicitudes de comunidades indígenas o afrodescendientes estancadas; y cerca de 5.000 procesos agrarios en curso, varios de los cuales cumplían medio siglo (¡50 años!) a la espera de una respuesta estatal.

En estos 24 meses he vuelto a encontrarme con algunos de aquellos escépticos y muchos aceptan que les cumplimos la palabra. Y digo por qué. Entre mayo de 2016 a la fecha, se formalizaron y legalizaron más de 39.509 predios en todo el país, 6.609 de ellos en procesos de formalización de la pequeña propiedad rural, es decir, logramos que ese número de familias, que no tenían seguridad jurídica sobre sus fincas, fueran propietarias de su tierra. Los otros 32.900 predios fueron legalizados mediante procesos de adjudicación de baldíos a campesinos sin terreno.

Desde que se creó, la ANT ha conseguido legalizar y formalizar 2.078.322 hectáreas, incluyendo las 608.322 para comunidades étnicas. Eso quiere decir que hemos legalizado, casi 12 veces, el terreno de una ciudad del tamaño de Bogotá; o más de tres veces un departamento como Antioquia.

Además, creamos un programa especial de formalización de tierras para familias que abandonaron los cultivos ilícitos. Ya se han beneficiado con títulos de propiedad 1.300 de ellas, de un total de 7.500, que también los recibirán antes de que culmine este gobierno.

Entre las tareas más gratificantes que he cumplido como servidor público está la de legalizar predios donde hoy funcionan acueductos, puestos de salud o canchas de fútbol rurales. Pero sobre todo escuelas. Planteles educativos veredales donde reciben sus primeras clases los hijos de los campesinos y, que de no tener un título a nombre de la Alcaldía, no podrían contar con inversión pública para cambiar letrinas por inodoros o comprar las tejas que hacen falta en el techo del preescolar, o construir un salón para el comedor de los alumnos. De esas ya formalizamos 70, de más de 275 legalizaciones de bienes y servicios públicos rurales; y para agosto de este año tendremos 71 escuelas rurales más, listas para recibir inversión.

Prioridad del Estado

No solo hemos roto el molde para intentar ponernos al día con miles de campesinos, sino que diseñamos un modelo nuevo de gestión de la tierra, una administración inteligente de los predios de la Nación, sumando ideas de todos los sectores. La agencia logró que el país hablara de la tierra y encontramos voces de apoyo en la empresa privada, las asociaciones campesinas, las mujeres rurales (más empoderadas que nunca), voces que se sumaron a nuestros objetivos.

Posibilitamos alianzas entre el capital y los campesinos, mediante la figura de los Contratos de Aprovechamiento. Un esquema que permite generar proyectos de explotación agropecuaria en los que, de una parte, los productores rurales se convierten en dueños de predios baldíos y, de otra, los empresarios e inversionistas adquieren toda la seguridad jurídica para realizar negocios agropecuarios de largo alcance.

El ritmo que le hemos dado a nuestro trabajo debe evitar que el tema de la tierra pase inadvertido. El mejor legado que podemos dejarles a los campesinos, es que sea cual sea el próximo gobierno, sin importar su ideología o credo, el país debe promover un sector rural lleno de propietarios. Esa debe ser una prioridad estatal.

Este ritmo debe continuar. La formalización, la seguridad jurídica, la propiedad privada, la productividad, son la base de un campo eficiente y competitivo. No se necesitan fórmulas mágicas para logros extraordinarios. Basta la voluntad, la dedicación y el trabajo: trabajo por la tierra, por los campesinos, a los cuales, finalmente, les debemos todo.

*Director de la Agencia Nacional de Tierras.