Se calcula que el 60 por ciento de los niños venezolanos que llegan a Colombia no reciben ningún tipo de atención. | Foto: Cortesía ACNUR

INFANCIA

“Por los niños venezolanos debemos hacer mucho más”

Más de de 86.910 niñas, niños y adolescentes venezolanos a quienes se les ha brindado atención entre 2012 y el 31 de julio de este año. Muchos de ellos se van a la cama sin comer. Otros son explotados.

Cristina Plazas Michelsen*
25 de septiembre de 2018

Mas allá de si el problema de Venezuela es su presidente o la falta de alimentos, lo cierto de la situación es el drama de las familias con niños que llegan al país. La mayoría de gente desconoce el esfuerzo de miles de personas que luchan para comer, dormir y sobrevivir un día más. La llegada forzada de los venezolanos tiene complejas consecuencias hoy, causará mayor impacto en el mediano plazo y cambiará a nuestra Nación en el futuro.

Migración Colombia calcula que los menores de edad representan el 11 por ciento de la población venezolana en tierras nacionales. El verdadero problema de esta inmigración es que la tragedia desbordó al Estado y a la sociedad. Se hace difícil la atención porque nadie estaba preparado y las necesidades son muchas.

Los niños y niñas son los más vulnerables y los que mayor solidaridad requieren. Son hijos de venezolanos y de colombianos que buscan sobrevivir. Se calcula que el 60 por ciento de estos niños no reciben ningún tipo de atención.

Nos duelen los menores de edad que vienen a buscar dinero a costa de su explotación sexual, como por ejemplo, una adolescente a quien llamaré Lucía. Ella cruzaba la frontera todos los jueves para tener relaciones sexuales con adultos. Al cabo de cuatro días regresaba a su casa con 400.000 pesos, que eran una fortuna para su familia en Venezuela.

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Otro drama que cabe mencionar es el de Betty, una joven madre soltera de un bebé de 16 meses que padece desnutrición crónica. Ella llegó a la capital hace unos días desde Valencia, no tiene documentos, no está inscrita en el Sisbén y solo come si logra llegar a un comedor público del centro de Bogotá.

Ana, de 13 años, el pasado mes de abril entró al colegio en Bogotá. No hace parte del PAE, por tanto, no come como los demás niños. Camina dos horas para ir a estudiar. Si su madre, una vendedora ambulante, no vende nada, ambas se acuestan con hambre.

Según el ICBF, desde 2012 hasta el 31 de julio de este año, se han atendido 86.910 niños, niñas y adolescentes venezolanos. Si bien se está prestando asistencia a los menores de edad, hay muchas tareas por hacer. Hemos sido solidarios, pero por los niños debemos hacer más. Debemos garantizar su acceso a la educación, ofrecerles servicios de salud óptimos y lograr que se garanticen sus derechos.

*Directora de Reconciliación Colombia