Como lo manifiesta su presidente, la Bolsa de Valores de Colombia reafirma su compromiso con la hoja de ruta trazada en los resultados de la Misión Expertos del Mercado de Capitales. | Foto: Esteban Vega

MERCADO DE CAPITALES

La reforma que cambiará el mercado de capitales en Colombia

Juan Pablo Córdoba, presidente de la Bolsa de Valores de Colombia, analiza las recomendaciones dadas por la Misión del Mercado de Capitales. Esta hoja de ruta puede cambiar la historia del país.

Juan Pablo Córdoba. *
16 de agosto de 2019

La presentación de los resultados de la Misión del Mercado de Capitales nos deja con una sensación estimulante. Hoy contamos con una hoja de ruta para comenzar a trabajar en un buen número de temas claves para el desarrollo del país y, como lo dijo, el director de la Misión, Roberto Rigobón, de llegarse a implementar, esta puede ser la reforma social más importante del país en la próxima década. El mensaje es contundente: la expansión del mercado de capitales nos compete a todos. El informe es claro al enfatizar que “ningún país puede crecer, ni puede mejorar los estándares de vida de sus ciudadanos, sin un sistema financiero profundo y eficiente”.

Por esto celebro la decisión y el compromiso del Gobierno, gracias a los cuales contamos con una serie de recomendaciones realistas, tendientes a establecer un mercado de capitales que sirva a la sociedad, ayude a su crecimiento y al de sus empresas, y contribuya con el bienestar económico de sus ciudadanos. Depende ahora de la voluntad del Gobierno y del Congreso, y de nosotros como industria, el poder hacerlas realidad.

Las recomendaciones de la Misión hacen énfasis en la relevancia del papel estatal, más allá de sus funciones de regulación y supervisión. Al Gobierno le corresponde también liderar la transformación del mercado de capitales y subraya la necesidad de elevar el tema del desarrollo de este mercado a la categoría de ‘política pública’. Una de sus recomendaciones es encargar al Ministerio de Hacienda la formulación de la política económica para el desarrollo y la promoción del mercado, de modo que sea capaz de establecer prioridades, hacer seguimiento a los avances y, en caso de ser necesario, redefinir el rumbo y ajustar las políticas, enfatizando siempre el logro de los resultados.

Pero el protagonismo del Gobierno no acaba ahí. La Misión le dedica –a mi juicio de manera atinada– un capítulo en el que habla de su papel “como agente activo del mercado”. Que el Estado se comporte como tal será clave para su reactivación. En ese apartado se esboza la necesidad de hacer una gestión más eficiente de los portafolios públicos, en especial los vinculados a la seguridad social; de constituir una Agencia de Participaciones Públicas; de modernizar y ajustar los procesos de enajenación de dichas participaciones a estándares internacionales; de estimular la financiación transparente de la deuda de las empresas públicas, y de viabilizar la titularización de ciertos activos de propiedad de las mismas. Todo lo anterior, bajo altos estándares de gestión y de gobierno corporativo. Una propuesta transversal para el éxito de este paquete de recomendaciones consiste en la redefinición del papel de los organismos de control y del concepto de detrimento patrimonial.

Depende de todos

La Misión además formula recomendaciones para la regulación y el diseño de incentivos, haciendo un fuerte énfasis en la demanda, para garantizar que estos estén alineados con el objetivo de desarrollar el mercado, pero sobre todo con los intereses del público inversionista. Y destaca la importancia de que todos los tipos de riesgos puedan ser atendidos y gestionados en el mercado de capitales. Propone también como una prioridad el atraer a nuevos jugadores, apalancándose en el liderazgo que ha tenido el país dentro de la Alianza del Pacífico. En esta misma línea, refuerza la necesidad de afianzar la integración financiera regional, por ejemplo, dando el trato local a las inversiones en activos de la región.

Este es el inicio y no el final del camino. Para que esta iniciativa se convierta en la reforma social más importante de los próximos años en Colombia es necesario trabajar decididamente, definir una agenda para llevarla a cabo, conseguir los consensos necesarios y traducir las propuestas en decisiones de política, proyectos de ley, decretos y cambios de conducta de los participantes. Para el efecto es necesario el concurso de todos los involucrados, desde el ciudadano de a pie, hasta los organismos de control y el Congreso de la República.

Parafraseando al director de la Misión, en este punto todos tenemos algo que ganar y algo que aportar. No deberíamos temer al proceso de cambio que se avecina –ni a las renuncias que este implique– si lo que de verdad queremos es afianzar el modelo económico de la prosperidad.

Por eso reafirmamos nuestro compromiso con esta hoja de ruta. Como Bolsa de Valores de Colombia ponemos nuestra disposición como actor interesado en construir el mercado de capitales que el país se merece, y así emprender la reforma social de esta década en nuestro territorio.

* Presidente de la Bolsa de Valores de Colombia.