El ‘kitesurf’ se popularizó en Punta Chame a principios del nuevo milenio. | Foto: iStock

TURISMO

Bienvenidos al paraíso del kitesurf

En una península de la costa pacífica de Panamá el viento corre constante y sin cansancio entre diciembre y abril. El kitesurf, el foilborading y otros deportes de agua y viento se disfrutan aquí.

Juliana Duque Patiño*
1 de enero de 2018

Ados horas en automóvil de Ciudad de Panamá se encuentra la población de Punta Chame. El clima cálido, las extensas playas de arena y los vientos alisios del norte la convierten en el lugar perfecto para practicar y enseñar kitesurf, kiteboarding y foilboarding. Esta familia de deportes acuáticos utiliza la tracción del viento para impulsar cometas sujetas con arneses a la cintura de los practicantes, quienes a su vez llevan fijados a los pies tablas de diferentes tamaños y características con las que se deslizan, saltan, se elevan y hacen piruetas envidiables. Si usted no ha tenido el placer de verlo o practicarlo, solo basta con revisar un video en internet para querer cabalgar sobre el mar de Punta Chame.

Dos buenas noticias para los principiantes del kitesurf. La primera: aparentemente es un deporte fácil de aprender. Siempre que el viento sople a más de diez nudos se puede practicar. La segunda: en Punta Chame está una de las mejores escuelas de kite del mundo. Machete Kites, fundada en 2003, cuenta con diez instructores de varias nacionalidades certificados por la International Kiteboarding Organization, y es pionera en Panamá en foilboarding.

Itzick Lalo, un amante de la brisa fuerte, la fundó y la dirige. En su escuela ofrece clases personalizadas para adultos y niños mayores de 7 años con equipos de alta tecnología que garantizan la seguridad y el buen desempeño. Itzick empezó a volar cometas acrobáticas hace más de 20 años. Esta afición lo llevó a interesarse por los kites de tracción y en 1996, con un amigo igual de afiebrado, fabricó un buggy de tres llantas al que le sujetaron un kite y empezaron a rodar por la playa con la energía del viento.

Los primeros aires

Se dice que mucho antes del siglo XIV ya los pescadores y marineros indonesios aprovechaban la fuerza del viento con armazones parecidos a las cometas para impulsar sus barcos y desplazarse por el mar. Esta tecnología se popularizó en Occidente en el siglo XIX, cuando el inglés George Pocock patentó un mecanismo de tracción para autos y embarcaciones con cometas.

La evolución de estos deportes en América tiene que ver con Punta Chame. Itzick ha sido testigo y artífice de su desarrollo. “En 1998 empezamos a experimentar en el agua. En esos tiempos este era un pueblito de ‘windsurf’ (tabla con una vela que la impulsa), no existía el ‘kitesurf’ como deporte ni información en internet, mucho menos instructores. Esa práctica era, literalmente, un mito. Se decía que algunos locos en el mundo navegaban con un ‘kite’ en contra del viento”. Un año después él y sus amigos trajeron la primera cometa inflable diseñada y patentada por los Legaignoux, dos hermanos franceses que desde los ochenta experimentaban con esquíes impulsados por cometas.

Cuando despuntó el nuevo milenio, el kitesurf ya era una actividad reconocida en Panamá. Itzick empezó a enseñarla entre sus amigos como un pasatiempo, pero en 2003 la demanda era suficiente como para abrir una escuela. Hoy, además de las posibilidades para los principiantes, Punta Chame y Machete Kites ofrecen las condiciones ideales para que los riders profesionales se superen a sí mismos con asesorías, sesiones avanzadas y equipos a la venta de las mejores marcas en el mercado como Slingshot de Estados Unidos, Ozone de Nueva Zelanda, RRD de Italia, Crazy Fly de Alemania y Woodboards de Austria.

Las postales de Punta Chame estimulan hasta al más sedentario, en ellas se aprecia a decenas de riders atados a enormes cometas deslizándose y elevándose sobre el mar con el ocaso de fondo. La sensación de libertad y armonía que transmiten mantiene a Itzick enamorado de este lugar y estos deportes. “Toda la velocidad y adrenalina que siempre me gustó de los deportes extremos con motores, la encuentro en el ‘kiteboarding’ pero sin los combustibles sucios. Han pasado 20 años y aún siento las mismas cosquillas al entrar y salir del agua”.

*Coordinadora editorial de Especiales Regionales de SEMANA.