CRÓNICA
La virgen que bendijo Francisco
La patrona de los navegantes de la bahía de Cartagena recibió la bendición que desde un helicóptero le concedió el papa.
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Si la Virgen de la Bahía pudiera hablar habría que disponer de una buena cantidad de horas para sentarse a escuchar sus aventuras. La estatua que bendijo el papa Francisco desde el helicóptero antes de llegar a Contecar ha pasado por toda suerte de tribulaciones.
Comenzando porque esta figura a la que se encomiendan los pescadores y navegantes no siempre estuvo en el mar. Durante varios años la Virgen pasó sus días en tierra firme, en un sitio conocido como El Reducto en Cartagena.
A Sergio Londoño Botero, padre del actual alcalde Sergio Londoño Zurek, se le ocurrió la idea de llevar el pesado monumento al mar en 1989. Desde esa época los pescadores comenzaron a rezarle. Los pedidos de auxilio por los avatares propios del mar tuvieron, por fin, un destinatario.
Reyes Manuel Llerena, de 24 años, pilotea una lancha desde que su papá, ya viejo, dio un paso al costado. Hace un par de años, al salir de Bocachica en la isla de Tierra Bomba, vio caer al agua a su bebé de 3 meses y a su esposa, en medio de un mal movimiento de la lancha.
Durante dos horas este joven estuvo luchando contra el agua para rescatar a su niño y a su mujer. Reyes no sabe cómo hizo para sacarlos a flote. Lo único que atina a decir es que desde ese día no hace sino agradecerle a la Virgen que su familia esté a salvo.
El 9 de agosto de 2015, Cartagena se despertó con tormenta eléctrica y con la noticia de que a la Virgen se le habían caído dos piezas de la parte superior. Muchos creyeron que se trataba de un rayo. Las partes quedaron en el fondo del mar. Buzos de la Armada Nacional se demoraron cinco semanas en rescatar esos pedazos que parecían irremediablemente perdidos. Luego vino el arduo proceso de reparación. Este se llevó a cabo en la base naval, en coordinación con el artista Carlos Rodríguez Arango, quien en su momento, desmintió aquello del rayo.
La Virgen se averió por una falla en la construcción misma de la estatua. A diez minutos del puerto de La Bodeguita se puede llegar hasta la estatua, que continúa allí, firme, en medio de las aguas y bajo la mirada de los navegantes que pasan y se persignan. El pasado domingo 10 de septiembre y desde el cielo, literalmente, le cayó una bendición que le augurará calma, quién sabe por cuántos años más.
*Editor General SEMANA.COM