Elena Stashenko, profesora e investigadora de la UIS, es una de las docentes con mayores reconocimientos en Colombia. | Foto: Liliana Rincón.

PERFIL

Elena Stashenko, una mujer de ciencia

Para la profesora Stashenko, lo que la investigación del país necesita, más allá de la infraestructura física, es menos burocracia y no tanta tramitomanía.

Jesús Antonio Álvarez Flórez*.
25 de septiembre de 2019

Llegó a Colombia como Melquíades, el gitano que traía tras de sí los descubrimientos del mundo entero. Conocedora de la obra de Gabriel García Márquez, la impactó mucho más el realismo mágico tangible, y se quedó en el país hechizada por su naturaleza y exuberancia, por la abundancia de pájaros, árboles y colores. Hoy, casi 40 años después, su labor incluye extraer los perfumes de esas flores que ya había conocido en las páginas del premio Nobel.

Nacida en Rusia, es la directora del Centro Nacional de Investigaciones para la Agroindustrialización de Especies Vegetales Aromáticas y Medicinales Tropicales (Cenivam), pero también es una de las profesoras más conocidas de la Universidad Industrial de Santander. Doctora en Química de la Universidad Druzhbi Narodov, de Moscú, su campo de especialización es el análisis instrumental (Cromatografía y Espectrometría de Masas), pero realizó estancias posdoctorales en Estados Unidos, Alemania, Canadá y Australia, méritos suficientes para que hubiese sido elegida como una de las 50 mujeres más influyentes en el mundo de las ciencias analíticas.

“Esos reconocimientos son relativos –dice–: al trabajar en el campo no podría diferenciar una rama de árbol de una serpiente”. Para la investigadora, la sabiduría es relativa. “Si trasladamos a un físico a la selva no va a sobrevivir, en tanto que los indígenas no solo lo hacen, sino que se curan: si fuésemos más humildes, crearíamos muchas cosas”, advierte.

Pero quizás el problema más grande de la investigación, al menos en Colombia, no es la soberbia. “La burocracia es un animal grande que pisa toda la creatividad”, señala. Más allá de la infraestructura universitaria, la principal dificultad del sector científico es la tramitomanía. “Un científico norteamericano –explica– necesita implementos y en dos o tres días los tiene. Nosotros, en cambio, nos demoramos tres o seis meses. ¿Cómo podemos hacer ciencia con tantos mecanismos de control?”.

Según Stashenko, la desconfianza propia de la burocracia retrasa la investigación y nos lleva a “un pantano en el que podemos sucumbir”. Prueba de ello es que, según sus palabras, existen más oficinas de control que de creatividad, como también, más vigilancia sobre el científico que se equivoca tres veces, que sobre el puente que se paga una y otra vez.

Sus palabras preocupan si se tiene en cuenta que ella, como directora del Cenivam, trabaja en un país rico en plantas aromáticas, de las cuales se extrae el principio activo para fabricar perfumes, productos de aseo, fármacos y ambientadores. Dicho grupo, que trabaja en conjunto con investigadores de otras universidades, ha estudiado unas 500 plantas autóctonas de Colombia, que abundan en buena parte de la geografía nacional.

Instalada en Bucaramanga desde 1982, la doctora Stashenko encontró, a su llegada, una institución en la que hablar de ciencia era utópico. Aun así, decidió continuar seducida por la riqueza humana y el potencial académico de los colombianos. No obstante, aun cuando reconoce los avances de la universidad, ve con preocupación que el afán por producir artículos nos está llevando a ser solo una cifra. “Escribimos textos solo por escribirlos, pero no porque nos atraiga hacerlo”, dice. “La lógica de los resultados –concluye–, nos está llevando a la deshumanización”.

*Profesor de literatura universal de la UIS.