El Valle de Aburrá comprende el momento por el que pasa el país y está invirtiendo en la educación como herramienta para el posconflicto. Foto: Istock

EDUCACIÓN

La clave del posconflicto está en la educación

A través del programa de infraestructura educativa, que adelanta el Área Metropolitana en asocio con el Ministerio de Educación, se busca mejorar la calidad de vida y dignificar al maestro y al alumno.

27 de octubre de 2017

La educación cumple un papel muy importante al construir una nación. Y su relevancia se multiplica en un país que apuesta por ella como una herramienta vital en los tiempos del posconflicto. En el Valle de Aburrá este es un tema prioritario. Pero para poder desarrollar los programas indicados, primero hay que establecer las debilidades y corregirlas. Una de ellas se encuentra en el área de infraestructura, en las deficiencias físicas de sus instituciones educativas. Muchas de ellas no cumplen las normas de sismorresistencia, no hay suficientes para cubrir la jornada única, hay hacinamiento, el paisajismo brilla por su ausencia y un buen número de las instalaciones presenta deterioros significativos.

El atraso en infraestructura ha frenado la competitividad del país, y la educación ha sido una de las más afectadas. En las pruebas Pisa, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Colombia (aunque mejora lentamente) aún está muy por debajo de los promedios internacionales: en 2016 el país obtuvo 425 puntos en lectura y el promedio mundial fue de 493.

Para reparar estas falencias, el Ministerio de Educación, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y los alcaldes de los diez municipios que la conforman firmaron un acuerdo colaborativo para intervenir 38 planteles con capacidad para educar a 42.000 estudiantes. Todo comienza por tener los espacios adecuados. Como asegura Víctor Saavedra, viceministro de Educación preescolar, básica y media: “La infraestructura no es lo más importante para construir una sociedad, son los maestros, pero sin una infraestructura adecuada no estamos resolviendo uno de los factores más críticos. Por ejemplo, si no hay bibliotecas los estudiantes no tendrán espacios para completar las horas de lectura que necesitan, sin aulas frescas los alumnos no lograrán concentrarse y sin buenas salas de profesores, no habrá un buen clima laboral”.

Así se verán los patios internos de los nuevos colegios que se construirán en el Valle de Aburrá.

El 27 de septiembre de 2016 se firmó el acuerdo para cofinanciar estas obras. El Ministerio de Educación aportó el 70 por ciento del presupuesto (143.000 millones de pesos), y los municipios el 30 por ciento restante (35.244 millones). Como explica el subdirector de Proyectos de Infraestructura del Área Metropolitana, Luis Ramón Pérez, “el Área aportó la mitad de ese 30 por ciento que le correspondía a los municipios y adicionalmente se comprometió a ayudar con el proceso de demolición y las obras complementarias”.

Las demoliciones están avaluadas en cerca de 5.000 millones de pesos. Los trabajos complementarios incluyen el manejo de aguas, el embellecimiento de los colegios luego de su construcción, el paisajismo, la resiembra de árboles, las redes eléctricas y la construcción de andenes y caminos de acceso.

Las 38 instituciones estarán listas para que los 42.000 estudiantes y los docentes las ocupen a principios de 2019. Durante 2018 se llevarán a cabo las obras de construcción, licitadas por el Ministerio de Educación mediante el Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa, y de paisajismo, desarrollado por el Área Metropolitana. Como dice el viceministro Saavedra: “El Valle de Aburrá ha comprendido muy bien el momento que vivimos y está invirtiendo en lo que determina el futuro del posconflicto: la educación”.