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“Creo que todo es posible. Con Julio Iglesias dormí en la casa de Frank Sinatra. A mí ya nadie me impresiona”, confiesa Martínez, quien se describe como un tipo huraño, que no toma ni fuma

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Creador de estrellas

Fernán Martínez Mahecha fue el motor detrás del concierto de la paz. ¿Quién es este payanés que ha llegado tan lejos en el mundo del espectáculo?

20 de marzo de 2008

Fernán Martínez siempre ha tenido la convicción de que nada le queda grande. Cuando surgió la idea de hacer el concierto en la frontera con Venezuela, de inmediato se imaginó el puente Simón Bolívar como escenario, aunque el espectáculo se tuviera que armar en cinco días. Con esa mezcla de optimismo contagioso y seguridad en sí mismo, Fernán ha estado detrás del éxito de artistas como Julio Iglesias y Juanes. Lo curioso es que antes de convertirse en el colombiano que ha llegado más lejos en el selecto club de manejar artistas internacionales, aseguraba detestar el mundo de la farándula. "Yo cambié los clásicos de la literatura por toda clase de revistas, hasta las de 'teenagers'", cuenta.

A los 20 años ya había sido estudiante "regularzón de derecho", carrera que nunca terminó; declamador, poeta, fotógrafo, cronista y concejal de Popayán. "Todo me ha pasado por no estudiar", comenta. Desde esa época, su sello eran las historias originales como cuando cubrió la visita del príncipe Bernardo de Holanda a Puracé y relató sin pudor cómo a él y al monarca les tocó compartir letrina después de tomarse un "explosivo" chocolate, "la crónica de cómo un indio de Popayán, le cedió el 'trono' a un príncipe, que con sangre azul tenía el mismo estómago que yo". En Cali, cuando trabajaba como reportero del periódico El Pueblo, Daniel Samper, su subdirector, le encomendó hacer un perfil de Julio Iglesias.

"Hasta marica debe ser", confiesa haber pensado, "yo lo que quería era tumbar alcaldes, ni siquiera oía música, ni veía televisión". En la rueda de prensa Fernán se dio cuenta de que entre tantos medios no tendría la mejor entrevista y decidió esperar al artista en su suite. El resultado fue, según Iglesias, "el mejor artículo que me han hecho" y el comienzo de una gran amistad. Más adelante, el cantante le aceptó posar vestido de vendedor de perros calientes de la séptima con 26 en Bogotá, para la portada de la revista de entretenimiento Antena, en la que Fernán era jefe de redacción. Por esa época también tenía una columna de humor que firmaba como Idi Amín Dada, por ser un apasionado seguidor de la historia del sanguinario dictador de Uganda.

En 1980, cuando estaba en el periódico El Tiempo, Iglesias le propuso ser su publicista. Lo convenció, según Fernán, pagándole 20 veces su sueldo. "A los cuatro días había pasado del bus al avión privado, y de la mochila al esmoquin y estaba sentado con mi inglés de quinto de bachillerato en la cena de gala de Montecarlo junto a Julio, Grace Kelly y Carolina de Mónaco". Su primera estrategia fue contratar cuatro modelos inglesas para que salieran de la limusina con el español y "diera un aire de glamour". De ahí en adelante Fernán se dedicó a llamar, aunque tocara a punta de teléfonos de moneda, a los paparazzi para revelar cada paso de Iglesias. "Eso sí, había que asegurarse de que le tomaran las fotos del lado derecho, que es el que le gusta", cuenta. Su ingenio llegó al punto de ponerle a un periodista de Los Angeles Times, que no quería escribir sobre el cantante, una valla en frente de la ventana de su apartamento que decía en inglés "Julio Iglesias: La leyenda continúa". Con esa frase, el periodista convencido tituló la nota.

Después de impulsar a Iglesias en su conquista de Japón y Estados Unidos, y de componerle dos canciones que hacían falta para un álbum, Fernán llegó a Univisión. Ahí fue uno de los encargados de imponer un estilo insólito con programas como "mi papá es un extraterrestre, y mi esposa me dejó por la sirvienta" en el Show de Cristina. "Admito que me gusta el morbo, llamar la atención". También se inventó el fenómeno de Chaveli Iglesias, la hija de su viejo amigo, cuyo programa llegó a ser el de más alto rating en el canal. "Ella no tenía ni idea de periodismo, entonces yo hacía lo de Cyrano de Bergerac y le soplaba lo que tenía que decir". En casi 30 años como mánager, su fórmula ha consistido en aplicar su ojo de fotógrafo y su conocimiento del mundo de los medios. "Como he sido periodista, sé lo que les interesa, sé lo que es noticia y eso es lo que les doy".

Esa fue la estrategia que utilizó para llevar a la cima a Enrique Iglesias. Cuando Fernán se dio cuenta de que el artista era visto como un "niño de la alta sociedad", supo que había que volverlo del pueblo haciéndolo ir a las emisoras locales, convertirlo en mexicano para abonar su camino a Estados Unidos. Estuvo con él ocho años hasta cuando Enrique grabó su primer disco en inglés, momento en el que, según el mánager, por un problema con las comisiones dejaron de trabajar juntos. Con Juanes lleva siete años y ha sido artífice de su éxito internacional. "Él es un hombre muy talentoso, muy honesto y sencillo. Viendo eso sabía que tenía que ampliarle su visión, apuntar lejos". Cuenta también que a Sofía Vergara la sacó del país: "Lo importante es que hagas pipí en el baño de 'Univisión'", fue su recomendación. También se ufana de su habilidad a la hora de hacer contratos y de su capacidad para vender bien a los artistas. "Al grupo Bonka lo cogí cuando estaban en cinco millones y en 15 días valían 18 millones". Fernán explica que un mánager gana por comisiones y recibe entre el 15 y el 30 por ciento de lo que produce el artista.

Pese a que siempre está dándoles ánimo a sus pupilos, no tiene reparo en hablarles duro, como lo hizo con el actor mexicano Eduardo Verástegui cuando manifestó su deseo de ser cantante. "Esto es un asunto de percepción. Hay que parecer lo que se quiere ser. Pero él vivía exhibiéndose y me tocó decirle 'oye yo quiero que seas el próximo Enrique Iglesias no la próxima diva'. Un mánager es el jefe del jefe, el que le dice qué cosas buenas hay que potenciar y qué detalles negativos hay que esconder. Es como hacerles 'photoshop' a sus vidas". "Los resultados saltan a la vista", opina Rosa Lagarrigue, mánager de Miguel Bosé y Alejandro Sanz, "es un hombre que no para, va a mil por hora y sabe captar lo que necesita un artista para sobresalir además de su talento, porque conoce el medio". Sus cuatro celulares suenan todo el tiempo y tiene tanta energía, que además de ser mánager es el 'nánager' de sus hijas Isabella y Antonella, de 7 y 4 años, quienes son sus mayores asesoras.

Testigo de sus triunfos son sus oficinas en Bogotá y en Miami en cuyas paredes cuelgan discos de oro, diamante y platino. Su carrera cuenta además con 17 premios Grammy. "Yo no hago artistas, hago estrellas, enfatiza. Mi tarea consiste en hacer el trabajo sin que parezca que soy yo el que lo hace".