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¿AHORA SI?

Arnaldo García, pianista venezolano, intenta por tercera vez revivir en Colombia las Juventudes Musicales.

19 de julio de 1982

Cuando después de la Segunda Guerra Mundial, Europa quedó en ruinas, la música surgió como una posibilidad aglutinante en medio del caos. Se dieron entonces los primeros pasos para la formación de la Federación Internacional de Juventudes Musicales que, hoy por hoy, sin discriminaciones, cuenta con 36 países afiliados.
Colombia, a partir de Julio, será el miembro número 37 de la Federación. Pero ésto no ha sido fácil. Ya en los sesentas Elvira Restrepo de Durana luchó desesperadamente para organizar las Juventudes Musicales de Colombia. Sin embargo, el galopante extranjerismo que reinaba en el país y los oídos sordos de aquellos que debían tener buen oído dieron al traste con el proyecto. Posteriormente, en Cali, otra mujer, Maruja Vieira, siempre discretamente adherida al proceso cultural colombiano, revivió la idea. La iniciativa falló de nuevo, naufragó en medio de discusiones bizantinas sobre mecanismos de organización, procedimientos y estatutos.
Hace dos años, un venezolano colombianizado por la dialéctica conyugal (su esposa y sus hijos son colombianos), el pianista, Arnaldo García, lo intentó por tercera vez. Y parece que lo logró. Ha tenido que romper esquemas y prejuicios, aquellos dentro de los cuales fue formado él mismo, pero aún no está del todo satisfecho. Sabe que puede hacer más ¡Y mejor!
Desde los 4 años García estudió música. A los 19 viajó a Viena y de regreso a Venezuela se sintió extranjero en su tierra. Además, quería ser algo distinto a la estrella a quien se le patrocina la "girita" anual a Europa. Y tampoco quería vivir con la beca eterna, hasta que los 90 años lo cogieran en alguna parte del planeta. Viajó a Moscú y fue la gran desilusión. Mayores oportunidades para todos, buenas escuelas y conservatorios, pero el mismo esquema se repetía: "cualquiera no puede ser músico aún teniendo condiciones y oportunidades". Para ser músico se necesitaba también ser superdotado, privilegiado. "Se sigue enseñando de todo menos el amor a la música por la música misma. Paradójicamente, la música es lo último. Lo importante es sobresalir. La rivalidad y la competencia predominan"
Las Juventudes Musicales, precisamente, quieren salirse de ese marco estrecho. Es una organización con un doble propósito: permitir que los amantes de la música, aunque no sean músicos, se formen y aprendan a oir, y ayudar sobre todo a aquellos con especial talento y sin oportunidades ni recursos para que estudien, por medio de becas, en las escuelas y con los maestros apropiados. El objetivo de Juventudes Musicales, dice Arnaldo García, no es crear orquestas... el fin es más amplio, queremos que se vinculen orquestas, grupos amantes de la música... Después vendrán los intercambios a nivel profesional. Se abre la posibilidad de que la gente de aquí que no puede viajar a los Estados Unidos o a Europa a escuchar intérpretes y orquestas de maravilla como la Sinfónica de Nueva York que es miembro de la Federación Internacional de Juventudes Musicales pueda hacerlo en Colombia". Sin embargo, parece que todo ésto no se ha entendido muy bien y aún existen "cuellos de botella": La mentalidad de los mismos artistas, formados la mayoría dentro del esquema "superdotado-vedette-diva", que siempre quieren recibir millonadas y no dar nada, con honrosas excepciones como miembros de la Federación; el eterno problema, el financiero. Se han tocado muchas puertas, pero la respuesta no siempre es generosa; y cierta pereza de los miembros jóvenes. Dice García: "cuando empiezan los asuntos administrativos de conseguir plata que son cosas desagradables, la motivación disminuye. Ellos quieren todo lo que es más fácil: tocar, cantar, bailar... En este aspecto nos ha tocado durísimo .
Pero Arnaldo García no quiere dar su brazo a torcer y, como prueba de su labor en Juventudes Musicales, inicia próximamente una serie de conciertos en Bogotá en los que ha introducido algunos elementos de espectáculo musical (luces, actuación, narración...), para llamar la atención de las gentes sobre la música, para hacerla más accesible, para sacarla de su tradicional "torre de marfil" y volverla más popular. Para buscar también que aquellos con buen oído y buen bolsillo "aflojen el codo" y contribuyan para que las Juventudes Musicales de Colombia no queden como la Sinfonía número 8 de Schubert: "inconclusas".