Home

Cultura

Artículo

ARDIENTE Y FRIO

En el centenario de la muerte de Víctor Hugo

17 de junio de 1985

Veinticinco años antes había escrito en un primer testamento: "Ningún sacerdote asistirá a mi entierro". Después, en 1883, confirmó: "Rehuso la oración de todas las iglesias". En sus últimos años, ya nonagenario, había abandonado la actividad creativa. Sus dos mejores amigos, Meurice y Vacquerie, se las habían ingeniado hacía tiempo para conservarle una apariencia activa, publicando regularmente nuevos libros que, en realidad, habían sido escritos muchos años antes. Se levantaba a medio día y la mayor parte de la jornada la pasaba sumido en un vago estupor. Sobrevino entonces, el 15 de mayo, una congestión pulmonar. El viernes siguiente, 22 de mayo de 1885 a la 1:25 pm., expiraba Víctor Hugo, el autor de "Hernani",. de "Los miserables", de "El hombre que rie", de "Castigos" y "Contemplaciones", del "Fin de satán". Así terminaba sus días el hombre que, de burgués, monarquista y Par de Francia, se había convertido en republicano, anticlericalista y librepensador: el gran exiliado de Francia.
El gobierno organizó unos funerales grandiosos que exigieron toda clase de preparativos. El cadáver tuvo que ser embalsamado y conservado durante nueve dias en su apartamento de la avenida de Eyleau (hoy avenida Victor Hugo, N° 124). Sepultado literalmente por flores, que hacían el aire irrespirable, toda Francia desifiló ante el sarcófago. Finalmente, el 31 de mayo a las 5 de la madrugada, sus restos fueron conducidos al Arco del Triunfo, donde fueron expuestos a la muchedumbre, antes de ser llevados el día siguiente con toda la pompa hacia el Panteón, escoltados por la gloriosa falange de "los ateos del distrito XVIII" de París. El cortejo duró 6 horas y la lista de delegaciones ocupó 19 columnas del diario oficial. No hubo sacerdotes en esta ceremonia puramente civil. Y todos olvidaron las palabras que, a pesar de todo, cerraban el testamento de Víctor Hugo: "Pido una plegaria a todas las almas. Yo creo en Dios".
"Pausado, reflexivo, parco de palabras". Así lo describe su padre, el general bonapartista y conde José Leopoldo Hugo. "Digno hasta la dureza, puro hasta el salvajismo". O, como él dirá de sí mismo, "ardiente y frío". Es de estatura mediana (1.68 m., que conservará aún en la vejez), pelo muy negro y espeso, con aire sincero y calmado, mirada pura, frente alta y limpia, aletas de la nariz palpitantes y boca voluptuosa. Al decir de Henri Guillemin, uno de sus biógrafos, la parte superior no concuerda con la parte baja del rostro: arriba, todo castidad, abajo todo sensualismo. Desde la eclosión del romanticismo, cercano a los 30 años, llevará el cabello largo que cae hacia los lados. Después, a los 60, se deja la barba, que crece blanca y patriarcal, enmarcando un mostacho obstinadamente negro.
Su salud parece invulnerable. A los 50 años, mientras trabaja febrilmente en su "Historia del 2 de diciembre" (acaba de llegar a Bruselas huyendo con pasaporte falso a nombre de un tal Lanvin, perseguido por su oposición al futuro Napoleón III), sufre de migraña y de los ojos, males que: ataca con una ablución de agua helada sobre la nuca todas las mañanas. Este régimen hidroterápico, como dirá -después, es esencial "para los trabajos de la inteligencia, y otros". Sólo a los 76 años, poco después de pronunciar su discurso de apertura del Congreso Internacional de Literatura (junio de 1878) sufre un primer g serio aviso: una congestión cerebral. Los médicos le recomiendan reposo y abstinencia sexual. Uno y otra los cumple apenas a medias en los siete años que le restan de vida.
Su vitalidad sorprende a quienes le visitan en el exilio, primero en "Marine-Terrace", su casa de Jersey, y luego en "Hauteville House" su residencia de Guernesey, dos islas inglesas frente a Normandía. Allí, casi completamente solo durante largas temporadas -su esposa e hijos huyen cada vez que pueden de este aislamiento, viajando al continente-, se levanta temprano, trabaja toda la mañana escribiendo siempre de pie (como actualmente hace Gunter Grass, el autor alemán). En su estudio, una habitación de cristal en el piso alto de "Hauteville House", se escucha frecuentemente al poeta hablando solo en voz alta. Por la tarde, siempre un largo paseo, su mille passus como lo llama en latín. No fuma jamás (el tabaco es "el opio de Occidente"), come bien, pero bebe poco. Buen nadador durante cincuenta años, después prefiere el billar y el juego de cartas. Detesta el piano, que su hija Adele toca incesantemente, y desdeña también los libros, que en su juventud leyó con ardor. En la madurez, sólo leerá lo que le es indispensable para la documentación de sus obras. Aparte de esto, siempre está trabajando con las manos: recorta siluetas de papel con una fineza sorprendente, hace juguetes de cartón para los nietos, talla y hace pirograbado-sobre madera, ejecuta personalmente toda la decoración de Hauteville. Y es, también, un dibujante de talento, con sus croquis de paisajes y monumentos a lápiz y con sus tintas y aguadas de paisajes trágicos y románticos, de gran fuerza expresiva (muchos se exhiben hoy en el Museo Víctor Hugo, en la que fuera su casa de los primeros tiempos en la Place des Vosges).
¿Momentos decisivos en la vida de Víctor Hugo? 12 de octubre de 1822 A los 20 años, se casa con Adele Foucher. Llega virgen al matrimonio "Tu poder sobre mí es tan grande que tu sola imagen es más fuerte que toda la efervescencia de mi edad" Ocho años de felicidad verdadera cuatro hijos, la Legión de Honor Después, Adele se enamorará de Sainte-Beuve y le devolverá la libertad amorosa a Víctor Hugo, sin llegar a romper el matrimonio. 25 de febrero de 1830: estreno de "Hernani" Víctor Hugo se convierte en el jefe natural de los románticos, en lucha con los "clasicos", es decir, con toda la literatura anterior. Teófilo Gautier, "el joven del chaleco rojo y de los cabellos largos" está en las primeras filas y deja su recuerdo de esa noche memorable: "A pesar del terror que inspiraba la banda de Hugo, esparcida en varias partidas, y facilmente reconocible en sus atuendos excéntricos y sus aires feroces, zumbaba en la sala ese rumor de las muchedumbres agitadas que no se domina más que el de la mar. La pasión que una sala de teatro contiene se declara siempre y revela por signos irrecusables. Era suficiente dirigir la mirada a aquel público para convencerse de que no se trataba de una representación ordinaria; sino que dos sistemas, dos partidos, dos ejércitos, hasta dos civilizaciones -no es decir demasiado- estaban presentes se odiaban cordialmente, como odia en las enemistades literarias, no deseando sino la batalla, y dispuestos a lanzarse el uno contra el otro..." ("Historia del Romanticismo", XII).
Noche del 16 al 17 de febrero de 1833: noche de carnaval, primera noche de amor con Juliette Drouet, que en ese momento representaba un pequeño papel en su drama "Lucrecia Borgia". Víctor Hugo considerará esa noche como su segundo nacimiento a la vida y al amor. Juliette le seguirá discretamente durante toda su vida, soportará infidelidades y aun pequeñas mezquindades del amante cada vez más acaudalado. Pero serán, a pesar de todo, 50 años de amor. Diciembre 11 de 1851: Víctor Hugo parte al exilio. Esa noche toma partido por la República y los miserables. Por la oposición. Abandona el "partido del orden" en el momento en que comienza a brillar la estrella de Luis Napoleon. "¿Pertenecer a esta mayoría? -se pregunta- ¿Preferir la consigna a la conciencia? ¡No!". Y con esto queda sellado su destino rebelde