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MÚSICA

Bebel y Maria Rita

La música brasileña recibe a las hijas de dos legendarios cantantes. Una presenta un disco de producción computarizada, la otra un sonido informal y orgánico.

Juan Carlos Garay
19 de septiembre de 2004

No es fácil decidirse entre Bebel Gilberto y Maria Rita Mariano. Son estupendas ambas, ¡y a la vez tan diferentes! En el equipo de sonido salto de un disco a otro y no tengo todavía una favorita. La voz de Bebel es un susurro; la de Maria Rita, una sonrisa.

Es porque vienen de hogares musicales y la sangre no se niega. El padre de Bebel es Joao Gilberto, el dueño de esa voz tímida que grabó por primera vez la Garota de Ipanema en 1963. La madre de Maria Rita fue Elis Regina, "la más importante cantante brasileña de los últimos 50 años", según The New York Times.

No obstante, compararlas con sus padres es infructuoso. A veces se escucha cierta inflexión de voz que remonta a esos discos de los años 60, pero en general estas infantas ya encontraron estilo propio. Pareciera, incluso, que se alejan adrede de lo que la gente espera de sus cantos. Y esa rebeldía es una de las cosas más sanas que le pueden ocurrir a la música.

En tanto que Joao Gilberto gustaba de grabar con el acompañamiento único de una guitarra, su hija Bebel parece descubrir las bondades de los arreglos completos. Su álbum no pierde sutileza en ningún momento, pero los instrumentos son muchos: una sola canción llega a tener hasta dos teclados, ocho tipos de percusión y una orquesta de cuerdas.

La producción computarizada le ayuda mucho también. En canciones como Jabuticaba su voz se desdobla, y es a la vez quien canta y quien responde en el coro central. El efecto es fascinante, como cuando siendo niños descubrimos el fenómeno del eco.

Maria Rita tampoco se parece mucho a su madre, que era pura exuberancia. Ella se ha mostrado más cauta y nos ha regalado como primer álbum una colección de canciones cálidas con el acompañamiento básico de piano, bajo y batería. A veces suena una guitarra rasgada, a veces se cuela un acordeón, pero son prudentes: entran sin hacer mucho ruido para no despertarnos del embeleso de esa voz fresca.

El productor Tom Capone (que falleció hace dos semanas) sabía perfectamente lo que quería obtener: un sonido "informal y orgánico", como dijo en una de sus últimas entrevistas. Recurrió entonces a un truco que ya hemos escuchado en álbumes tan célebres como el Buena Vista Social Club: alejar los micrófonos de los instrumentos para que la música, en general, suene como radiola de antaño. Eso sí, a Maria Rita la escuchamos siempre en primer plano.

Entre tanto, los periodistas siguen asediándolas con la pregunta de siempre, absurda, incontestable: "¿Qué se siente ser la hija de...?". Maria Rita dijo hace poco que la gente está loca si piensa que madre e hija van a sonar igual porque ella hasta ahora está empezando mientras que Elis ya hace parte del Parnaso y está sentada justo "al lado de Ella Fitzgerald".

Con lo cual, por fin, encontramos un motivo común entre Maria Rita Mariano y Bebel Gilberto. La hija de Joao confiesa, en un boletín de prensa de su sello disquero, que quiere seguir ascendiendo con su voz "hasta ser como Alberta Hunter". Es el modelo de las clásicas cantantes de jazz el que mueve a estas dos mujeres.

Lo bueno, al final, es que no hay que decidirse por una sola. En el equipo de sonido se alternan sin problema el disco de Bebel y el de Maria Rita. Acaso lo mejor después de un susurro es una sonrisa.