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¡BIEN POR ULRIKA!

La Bienal de Cine Ciudad de Bogotá ha sido una válvula de oxígeno para los amantes del cine

19 de noviembre de 1984

Luis Alberto Alvarez lo confiesa; "no he sido propiamente un pro-bogotano, todo lo contrario, sin embargo veo en esta Primera Bienal de Cine Ciudad de Bogotá un festival de altura, organizado por un equipo de jóvenes fanáticos, en el mejor sentido, que no solamente entienden de cine sino que lo aman". Luis Alberto es el reconocido crítico de cine de Medellín. Orlando Mora --también de Medellín-- apoya el concepto positivo sobre la Bienal y si usted se acerca a los variados grupos de asistentes, irá escuchando comentarios en el mismo sentido. Lo dicen cinematografistas y gentes de cine de aquí y venidas de Cali, Medellín, Barranquilla, Neiva, Ibagué...
¿Pelea con Cartagena?
Este ambiente positivo es el primer impacto que se recibe cuando se llega tarde a la Bienal. No sucede lo mismo en Cartagena, donde para oír un concepto favorable al festival hay que entrevistar a los organizadores, el resto es pura crítica. Aquí no, los organizadores, el grupo del Cine Club Ulrika, se puede quedar callado.
No es necesario hablar mal del Festival de Cartagena para resaltar los méritos de la Bienal de Cine Ciudad de Bogotá, pero es inevitable la confrontación porque por su historia el de Cartagena es punto de referencia obligatorio. Todo el mundo lo ha cuestionado y ha adelantado propuestas para que funcione mejor. Todo el mundo, menos los que lo manejan.
Le pregunté a Javier Rey, cabeza visible de Ulrika y de la Bienal, si la intención de los organizadores era establecer una alternativa al Festival de Cartagena. "No, me responde, no es contra Cartagena. La Bienal es una alternativa pero para nosotros. La idea se nos ocurrió porque sentíamos que el país nos asfixiaba en su aislamiento cultural que, evidentemente, también es político y se refleja en el tipo de cine que vemos en los teatros.
Ahora, si la Bienal resulta una alternativa al Festival de Cartagena es problema de ellos, es porque nuestras políticas y estilo son diferentes. Pero nosotros explícitamente no queremos ser anti-Cartagena".
En ese momento interviene de nuevo Luis Alberto Alvarez que se nos había acercado: "Me parece que Javier es muy decente al decir eso. Para mí esto sí es una alternativa a Cartagena. La Bienal es idea de un equipo de jóvenes que ama al cine, no es de una familia con intereses personales, ignorantes en cuestiones de cine. Tampoco está rodeada de otros intereses, como los turísticos, que son los que hacen que el de Cartagena sea así y que no pueda progresar, porque además son ineptos los que lo manejan. Aquí todo el material que se proyecta en los teatros es de calidad, por que se ha hecho una preselección sería, han venido además personalidades del cine latinoamericano y no para lucirlas sino para intervenir en foros".
Javier, sin embargo, insiste en su posición: "yo creo que la Bienal es benéfica para Cartagena porque le crea una competencia creativa", "esto es cierto, agrega Luis Alberto ahora sí tendrán que moverse si quieren subsistir". "Nosotros, continúa Javier, tenemos contactos internacionales que no tienen los de Cartagena, después de tantos años, y que estamos dispuestos a facilitárselos, a darles esa información, lo mismo que a comunicarles la poca experiencia que hemos adquirido. También ponemos todo a disposición de los organizadores del otro festival, el Festival de Cine de Bogotá. Lo malo es que ninguno de ellos se ha asomado por aquí".
La Bienal y la prensa
El balance es ciertamente impresionante. Si los organizadores querían oxigenar las pantallas con un cine distinto y con las ideas nuevas de cinematografistas, productores y críticos importantes de América Latina, lo han logrado en alto grado. La Dirección General de Cinematografía de España seleccionó lo mejor de la producción española reciente ("Epílogo", "La muerte de Miguel", "El señor Galindez"), el mismo trámite se realizó en México, Cuba, Brasil, Venezuela y Argentina. Por eso la programación tiene un nivel estable ha podido contar con "Por los caminos verdes" (la película venezolana, que, junto con "Cóndores no entierran todos los días" de Francisco Norden, ganó el premio a la Opera Prima en Biarritz), "Tupac Amaru" (del peruano Federico García, que también concursó en Biarritz), "Diles que no me maten" (de un cuento de Rulfo), "Nunca hemos sido tan felices" (la película brasilera del momento) y "Por los caminos verdes" (de la venezolana Marilda Vera). Por Colombia compite "Cóndores no entierran todos los días".
Además de las catorce películas que participan en la sección competitiva de Cine Iberoamericano están las 42 de la Muestra Internacional, las 4 de la retrospectiva colombiana y las 20 de las secciones dedicadas al cine ecológico y al documental. Para estas últimas se inscribieron 120 obras que fueron sometidas a preselección hasta dejar 20 para el público.
¿Qué pasa entonces con la prensa? Hay excelentes películas, personajes importantes, organización impecable (las películas programadas se proyectan en los teatros y a las horas programadas), en síntesis están todos los elementos que configuran un evento de categoría. Pero para la prensa la Bienal no ha existido ¿Por qué?. Javier Rey lo explica así: "no sólo la Bienal ha sufrido ese vacío, en general se le aplica a todas las actividades organizadas por grupos que están por fuera de los sectores tradicionales de la cultura. Sé que no es un problema personal, no es por ser Ulrika, o nosotros, sino por eso, porque parece que las actividades culturales no las puede hacer nadie nuevo. Y menos si son jóvenes. La edad promedio de nuestro grupo es de 23 años y parece que nadie cree que podamos traer a Agustín Maiehu, a Fernando Ayala, a Sergio Olhovich a Fernando Conni Campos, ni que podamos hablar con las Direcciones de Cinematografía, de otros países. Con excepción de Bilberto Bello y de Ignacio Zueleta los demás comentaristas de cine y de culturales de los periódicos nos han ignorado, han traspapelado la información que desde hace cuatro meses les estamos enviado. Insisto hay desconfianza en el trabajo de los jovenes y de los extraños al grupo oficialmente culto".
El público
Los organizadores saben que están abriendo brecha, que en Bogotá no hay hábito de festivales de cine, que en Bogotá es muy difícil crear ese ambiente de fiesta que en Cartagena surge por sí mismo y que es tan importante en un festival. Están colonizando y eso se paga al principio con baja asistencia, y si la prensa y TV desconocen el evento, la situación se complica más.
Javier cuenta lo que pasó el sábado: "Los cineclubes que funcionan a media mañana estaban repletos, hubo gente que se quedó por fuera. Nosotros esperábamos que esos cineclubistas se interesarían en la programación de la Bienal, pero no, no se han asomado. Vieron su película, la de la programación tradicional de los cine clubes y adiós". Javier aclara que la programación tradicional de los cineclubes es Bergman, Fellini, Antonioni. Y el cineclubista no quiere salir de ahí. ¿Por qué no le interesa el cine latinoamericano? ¿Por qué no se preocupa por conocer el cine checo que no nos llega por la distribución comercial? Buenas preguntas, tendientes a cuestionar al cineclubista y sus hábitos. Claro que hay que contar con otros factores, como la época del año, el tiempo disponible (uno puede ver todas las películas del día cuando se va a Cartagena y se olvida de otros compromisos, pero con la casa, el trabajo y el teléfono ahí cerca es más difícil). Pero pensándolo bien estos son factores externos. Quizá lo que nos falta es sentirnos asfixiados como ese grupo de jóvenes que ha impuesto un estilo de trabajo muy especial y que ha comenzado a remover, muy por el fondo, nuestro mundo cinematográfico.--