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CERO Y VAN CUATRO

Poco texto y mucha foto, una vieja fórmula repetida por la casa editorial francesa Delroisse en un libro sobre Cartagena

9 de enero de 1984

Los 450 años de Cartagena dieron para todo. Visita de la realeza española y alabados negociados editoriales, a costa de nuestras escasas divisas. Con la emocionante frase "Démosle a Cartagena algo más que amor", impresa sobre una de sus 130 páginas, el Banco de Bogotá llega este diciembre a los hogares colombianos de sus notables y protegidos, con el libro "Cartagena de Indias 1533-1983". Impreso en Francia, amparado bajo el depósito legal 986 de 1983, 23,5 x 31.5 cms, 106 fotografías y una presentacion de escasas 5 páginas por Donaldo Bossa Herazo, el chileno Francisco Hidalgo y la casa editorial Delroisse repiten la vieja fórmula de sus producciones librescas: poco texto, muchas fotos espectaculares, París imprimiendo y Colombia auspiciando como compradora principal y descrestada socia. De otra manera no se podría calificar el apoyo que el Banco de Bogotá le presta a sus marchantes extranjeros en la compra de un discutible libro sobre Cartagena, con fotos alucinadas de las murallas, de niñas bien, embikinadas, de veleros y playas genéricas, de palmas y tucanes, en una mezcla descuidada e informe de lo que no es Cartagena en 450 años de sufrida historia. No sería la primera vez que Hidalgo y Delroisse nos visitan a costa de nuestro patrimonio. El exdirector del Museo del Oro, Luis Duque Gómez, publicaba en 1982 bajo tal sello editorial su libro "San Agustín". Con 191 fotografías, formato carta, 16 páginas de texto, Hidalgo en la cámara no prometía ser muy talentoso. Ausencia de rigurosidad en las tomas de estatuas, fotos cortadas o sombreadas, cielos rojos por el uso desmesurado de filtros, y más las ganas de llenar que de profundizar, hacían de esta iniciativa un discreto opúsculo. Amparado con el deposito legal 913 sería la irrupción del binomio de plomo francés a la colonia. Sin embargo, este espécimen surgía de asociaciones privadas y en nada debe criticarse la libre empresa, a pesar de sus defectos o extranjerismos. La miopía era criolla.
Este mismo año, Delroisse & Hidalgo lograron su segunda anotación: involucrar al propio Banco de la República en la publicacion del libro "Museo del Oro" (Edición en español y otra en inglés). 238 páginas, 40 de texto, 185 fotografías de profesionales: el colombiano J.M. Múnera, van Pelt y el renombrado Lee Boltin. Este volumen, depósito legal 939, constituye voz de alarma de lo que no puede ser una ejemplar edición. Luis Duque Gómez, a la sazón director del Museo del Oro, repite en el prólogo que fue acompañado de reproducciones impresas en la más desgraciada probidad. Burdos retoques manuales (p. 30), cintas pegantes a trasluz (p. 36), ausencia de detalle o excesos de iluminación (p. 101 y 153), desenfoques (p.152) o simplemente la aniquilación del archiconocido poporo quimbaya (p. 192), son muestras de cómo arruinar un libro, fotografías, una colección y un prestigio del museo más importante del mundo en su género.
En 1983 los editores de marras alcanzan su tercera presa: la Corporación Nacional de Turismo. La caja negra, o álbum que comprendía una treintena de reproducciones offset, de nuevo con texto de Bossa Herazo, tuvo el pretexto del sesquicentenario triple de Cartagena. Reseñado en esta columna, ocasionó protestas de la Cámara Colombiana de la Industria Editorial y del gremio de los industriales gráficos, Andigraf. Bajo el registro de importación 10939 y el depósito legal 975, la entidad turistica traía de Francia 5.000 unidades con un peso de 7630 kilkos al ventajoso costo de USS 94.871, en ese momento casi 8 millónes de pesos. Derrochando reservas de divisas y borrando de un plumazo la obra mundialmente reconocida de fotógrafos colombianos, el Estado auspiciaba un impreso, torvo por su falta de profesionalismo y por la equívoca distorsión como retrataba el paisaje, arquitectura y gente locales.
La copa la rebosará el Banco de Bogotá con tan desafortunado patrocinio. es la cuarta fatídica entrada del consorcio Hidalgo & Delroisse, mencionada al comienzo de esta crónica.
Seguramente el trabajo de zapa foráneo no lograría sus ventajosas intromisiones sin la magnánima y provocativa colaboración de los institutos y entidades oficiales. Triste historia entintada de bucaneros que continúan deformando la originalidad de nuestros patrimonios culturales. -
Camilo Umaña Caro -