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CONTADOR DE HISTORIA

Viajero despiadado, Elías Canetti construye en 14 relatos un fresco de la antigua capital de Marruecos.

3 de enero de 1983

Desde un comienzo, desde cuando el hombre empezó a contar, uno de los temas predilectos de autor y lectores han sido los viajes. Y aunque la inmensa mayoría de esos textos han alcanzado ediciones en diversos idiomas, algunos han tenido que esperar el reconocimiento mundial que un premio otorga a su autor, para que esos cuadernos de viaje alcancen otras lenguas.
Este es el caso de "Las voces de Marrakesh", del escritor Elías Canetti editado por primera vez en inglés en 1967 y luego en alemán en 1970), publicado en español sólo a fines de 1981.
Su traductor y presentador, José Francisco Ivars, suministra datos de singular valor referentes al autor y señala, con precisión de buen conocedor, varios de los elementos constitutivos de la narrativa de Canetti. Y aunque mucho de su prestigio se levanta sobre el pedestal que constituye "Masa y poder", la lectura de estas "Impresiones de viaje", como reza el subtítulo, permiten ver un Canetti que como el de "Auto de fe" es, por encima de todo, un contador de historias.
Resultado de una visita realizada en 1954, los catorce relatos que componen "Las voces de Marrakesh" conforman un fresco múltiple de la antigua capital de Marruecos. Y en esas historias el autor hace profesión de fe de una frase que figura a comienzos del libro: "Los buenos viajeros son despiadados". En otras palabras, las cosas se aprenden viajando y mirando; preguntando por todo, sin reparos, sin escrúpulos, despiadadamente. Por eso, en estos relatos vemos un Canetti que observa detenidamente, con una curiosidad y un afán por palpar y escrutar, que semeja al investigador o científico que manipula la materia hasta dejarla exhausta. Entonces, Canetti se vuelca sobre la ciudad y su gente, los mercaderes de camellos y la colonia judía, los niños mendicantes y las mujeres secretas que sólo exhiben sus ojos, los burros lúbricos y las plazas públicas y los lugares nocturnos, en fin, sobre la ciudad entera. Y en todos sus temas percibimos, y esto no constituye ninguna paradoja, su inmensa capacidad (la del autor, la del viajero despiadado) de sentir y padecer, aun en medio del estupor y el asombro, en medio de la congoja y la incertidumbre que, luego, en la soledad de su habitación, lo asaltan al recuerdo de las escenas vividas en la calle.
Y es precisamente ese toque hondamente humano el que alienta la pluma del escritor en los catorce relatos y el que le imprime a esas notas de viaje una atmósfera de calidez perfectamente perceptible. Por esta razón, las escasas cien páginas largas que componen el texto, constituyen una lectura en profundidad que nos hace lamentar sinceramente la brevedad del libro.

LAS VOCES DE MARRAKESH, Impresiones de viaje, Valencia: Editorial Pre-textos, 1981, 122 páginas.
Conrado Zuluaga