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Once óleos expone en Toulouse, Francia, el colombiano Francisco Rocca

16 de julio de 1984

A pesar de una bien cargada trayectoria de grabador, Francisco Rocca, bogotano de 38 años, ha retomado el color desmenuzando sus valores y climas para componer sus últimos cuadros al óleo que expone en junio, en una muestra personal realizada en la ciudad de Toulouse.
Rocca mete en juego las múltiples posibilidades de elementos, objetos curiosamente dispuestos a diferentes niveles, buscando captar una cierta curiosidad, de trampear el ojo. La atmósfera nos encierra en cuartos desnudos, donde nunca se sabe si las "cosas" estan por partir o apenas llegando. La pericia plástica que nos mete en juego frente a los cuadros de Rocca, es a la vez un gusto por su color pastel que se matiza en degradaciones bien estudiadas, calculadas y que llenan la composición; maniquíes olvidados que nos hacen revivir las siluetas que otros tiempos vistieron, piernas entaconadas inertes sobre una mesa. Hay algo como una insinuación sobre lo que se quiere decir a través de la pintura, y lo que apenas se esquematiza como dicho. Que Rocca pinte un sillón forrado en terciopelo rojo de borde a borde de la tela es casi un acto de suprimir el espacio, de limitar lo que es vital para nuestra curiosidad óptica, pero también, es la manera de apresarnos en lo que él quiere transmitirnos en su pintura. El tema, la "cosa" que Rocca pinta nos es propuesta como única y sola posibilidad de tiempo meditativo. Rocca no cuenta historias. El nos deja sólo entrever la noción que vibra en sus detalles. Para Rocca, los temas son detalles y los detalles son temas, es decir, cuadros enteros de artista pintor.
Con once pinturas al óleo de grandes y medianos formatos, cuatro dibujos de hoja cansson y quince grabados, la exposición de Rocca es esa otra visión de la pintura y de dejarnos conllevar el ritmo y el clima de una paleta que renace al color con gran interés y proposiciones latentes dentro del mundo contemporáneo.