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DESDE EL JARDIN

Los bodegones y las flores de Margarita Lozano, en una retrospectiva de su obra que se inaugura esta semana en Bogotá.

14 de octubre de 1991

LEJOS DEL RUIDO, EN SU CASA DE campo de Cajica, Margarita Lozano ha pasado 25 de sus 32 años de vida artística. Desde la colina donde tiene su taller, la sabana de Bogotá se le ofrece a plenitud. Es la misma sabana que tantas veces ha pintado como fondo de bodegones y floreros. A partir de este jueves, la Biblioteea Luis Angel Arango, de Bogotá, estará exponiendo 80 de sus cuadros. La retrospectiva se tomará las salas Luis López de Mesa de la entidad capitalina, y permitirá apreciar la evolución de una obra plena de color y plena de vida.
Inspirada en la temática de Caravaggio, el color de Zurbarán y la composición de Luis Meléndez, Margarita Lozano ha sido, ante todo, una cultora del bodegón. Al lado de las frutas tropicales, en sus lienzos ha quedado impresas las teteras que adornan su estudio y los canastos de los campesinos cundinamarqueses que se pasean en bicicleta por los alrededores de su casa. Pero ha sido también una apasionada por el tema de las flores. Los pétalos de mil colores que bordean los caminos de piedra de Kenza -con este nombre indígena bautizó su casa- se han convertido en un motivo recurrente para su pincel.
Primero al pastel, luego al óleo, los bodegones y las flores de Margarita Lozano han llegado hasta galerías de renombre, como la Aberbach Fine Art, en Nueva York, con ese lenguaje cromático que sólo puede surgir en el trópico. En su carrera de más de tres décadas también ha pintado paisajes y retratos de niños campesinos. Incluso en sus comienzos, cuando aún no había definido el estilo que hoy la hace inconfundible, dio algunos pasos en el camino de la abstracción, con imágenes que hacían sentir el aleteo de los gallos de pelea cuando están a punto de matar, o a punto de morir.
En los últimos años Margarita Lozano ha querido sentir con más rigor la fuerza del trópico. Su serie de paisajes de